Domingo de la Transfiguración, Año B + No detenga + 2.14.21
Iglesia Episcopal de Todos los Santos
La Reverenda Alene Campbell-Langdell
A mitad de la Cuaresma el año
pasado, una amiga dijo algo que me ha resonado durante todo el año: This is the
lentenest Lent that I have ever lented.
O más o menos, esta es la Cuaresma más cuaresissima que yo he
vivido. Mientras observamos este domingo
que marca la transición de la Epifanía a la Cuaresma, una parte de mí siente
que la última Cuaresma nunca terminó. Y mientras camino con Pedro hasta la cima
de la montaña, recuerdo que Pedro, Santiago, Juan y Jesús mismo pertenecían a
un país y a un pueblo que había estado oprimido durante mucho, mucho tiempo. Lo
último que Pedro o cualquiera de los discípulos querían escuchar era sobre más
muerte y opresión. Así que imagina esa chispa momentánea de esperanza que debe
haber atravesado a Pedro cuando reconoció a los visitantes de Jesús. Moisés y
Elías fueron los profetas tradicionalmente entendidos como los precursores del
Mesías. Se había predicho que cuando volvieran a aparecer, ¡el final estaba
cerca! El comentario de Pedro sobre la construcción de chozas o tiendas, que puede sonar tan divertido a nuestros
oídos, tiene razón cuando recuerdan que
Zacarías (14: 16-21) asoció la fiesta de las Enramadas (en que todas vivan en
chozas) con el Día del Señor cuando todas las naciones vendrían a adorar a Dios
juntos. Por fin, parece que Pedro está diciendo, ¡comencemos el festival! ¡Ya
he terminado con la Cuaresma!
Hoy estamos invitados al espacio
de transición. Se nos invita a una historia de dos hombres: uno de los cuales
será llevado al cielo y el otro será dejado sobrellevar su pesar y continuar el
ministerio. Esta cima de la montaña está llena de ecos del pasado y el futuro.
La última vez que se escuchó esta voz en el Evangelio de Marcos fue en el
bautismo de Jesús. En ambos eventos, una voz del cielo proclama a Jesús como el
hijo de Dios. En la próxima cima de la montaña, el centurión proclamará esa
verdad cuando Jesús muera. Los espacios de transición a menudo se consideran
lugares donde el velo entre la realidad del cielo y la realidad de la tierra es
fino. San Pablo escribe a los corintios
sobre un velo que ciega a algunos, impidiéndoles ver la luz de Cristo brillando
en las tinieblas de este mundo.
Como si necesitáramos imágenes
más extrañas en este día de transición, hoy se celebra la festividad de San
Valentín, un mártir que creyó en el poder del amor para transformarnos. El amor
tiene el poder de transformarnos y el poder de traer nueva vida. Pero, como
bien sabía San Valentín, la muerte y el amor no son extraños. Y entonces observamos
en nuestra lectura del Segundo Reyes como dos hombres caminan juntos. Como
sucede a menudo en las Escrituras hebreas, los nombres de estos dos hombres son
significativos. Elías significa "Mi Dios es Yahweh", en referencia al
nombre que se le habló a Moisés. El nombre recuerda a los antepasados de la
fe, Abraham, Isaac, y Jacob. Es un nombre que habla de trascendencia y un Dios
que está más allá del tiempo y el lugar. El hombre más joven, que camina junto
a Elías, se llama Eliseo. Este es un nombre que significa "Mi Dios es
salvación". Es un nombre relacionado lingüísticamente con Josué y Jesús.
Es un nombre que enfatiza a un Dios que está trabajando activamente aquí y
ahora en mi vida. Mientras los dos hombres caminan, el joven es interrogado
repetidamente por otros. ¿No sabes que todo va a cambiar para ti? ¿No sabes que
te van a quitar al que te enseñó acerca de Dios? Pero el joven se niega a ser
disuadido, “Sí, lo sé. ¡Cállate!" Incluso el maestro le pide al joven que
se quede atrás y le permita tomar este último viaje solo. Pero Eliseo está
decidido a seguir adelante. Está decidido a llegar al final y ver el poder de
Dios.
¿Pueden ver ese momento
manifestado nuevamente cuando Elías y Moisés, símbolos de la presencia de Dios
a través de los siglos, se encuentran con Jesús, el Dios que salva? ¿Pueden oír
el eco de las palabras de Jesús a los discípulos? No le cuenten a nadie sobre
esto hasta que hayan visto la resurrección. Y luego, no les vayan de Jerusalén
hasta que se les haya dado el Espíritu de arriba, hasta que hayan recibido el
poder de Dios.
En esta, la Cuaresma más larga
de nuestras vidas, no se detenga hasta que vea la resurrección. No se detenga
hasta que conozca a Dios no solo como el Dios que es, fue y ha de venir, sino
también como el Dios que interviene activamente con amor y poder en su vida. No
se detenga hasta que el Dios que está allá afuera se haya convertido en el Dios,
cuyo amor transforma la muerte y la cruz en gloria y vida.
Al entrar en la Cuaresma, soy
consciente de que el dolor, el aislamiento y la depresión van agarrados de las
manos. Sería fácil usar la Cuaresma como una excusa para retraernos en nuestro
dolor y permitir que el dolor se apodere de nosotros. Entonces, los invito a
una Cuaresma diferente este año. Ahora, antes del Miércoles de Ceniza, haga una
lista de siete cosas que le ayudarán a reconectarles con la vida, que les
ayudarán a escuchar lo que Jesús tiene que decir, y luego haga al menos una de
estas cada semana durante la Cuaresma. Para ayudarles a comenzar, aquí está mi
lista. Toma de esta lista lo que le funcione y agregue algunos propios.
Dar un paseo por la naturaleza,
llamar a alguien de quien me siento desconectado,
escuchar el Evangelio de Marcos leído en voz alta (hay versiones en
inglés y español en Hoopla y la aplicación que se llama “YouVersion” o Bible),
hacer una pieza de
arte o tocar música,
parar y dar gracias por el trabajo que se me ha encomendado,
dar un regalo a alguien sin razon,
sentarme en silencio durante 20 minutos respirando el amor de Dios.
Independientemente de lo que
decida hacer, no se detenga. No se detenga hasta que vea la resurrección, ya
sea en marzo, abril o el próximo año. Continúe hasta que el Dios Que Es se
convierta en el Dios Que Salva.
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