Transfiguración (A) + Monte + 2.26.17

(pexels.com)
Melissa Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Éxodo 24:12–18; Salmo 2; 2 San Pedro  1:16–21; San Mateo 17:1–9)

Hoy escuchamos de muchos momentos en el monte. Momentos decisivos y llenos de revelación espiritual. Hoy es el último domingo de la estación de Epifanía, así que parece bien que tenemos aquí otra revelación de Dios. En el principio de este tiempo de Epifanía, Jesús fue revelado como el hijo de Dios en su bautizo en los aguas del Rio Jordán. Ahora, el sube a un monte y esta transformado en la Transfiguración, y en este momento, justo después de que él ha hablado de su propia muerte, vemos de nuevo que Dios lo declara su hijo.
En las lecturas vemos también a Moisés en el monte, y en el salmo de hoy escuchamos del monte Sion. Es claro que este monte significa mucho- significa el lugar del encuentro de un ser humano con Dios. Significa una locación donde Dios se revela a sí mismo y a su verdad con nosotros. Y también es un lugar de preparación. En las lecturas del leccionario común revisado esta semana tuvimos una lectura de como los israelitas se tuvieron que preparar para poder montar al monte del Señor. Hasta los sacerdotes se tenían que preparar – que fue buen recordatorio para mí en este tiempo antes de la Cuaresma
J (Éxodo 19:9b-25).
Un tiempo en el monte es un tiempo muy especial. Posiblemente algunos de Ustedes han experimentado algo así. No solo hablo de pasar tiempo en las montañas del estilo como la autora Cheryl Strayed en Wild, o de ir a acampar o hacer senderismo en las montañas. Esto también puede ser un tiempo bien especial. Pero también se trata de un tiempo intenso y espiritual en la vida de uno. Para muchos de nosotros esto puede pasar en un retiro espiritual como el retiro de Cursillo u otro retiro. Esto se llama “un tiempo en el monte.”
Yo tuve un tiempo así de especial cuando vivía en Chile. Asistía una iglesia multicultural y protestante en Santiago, y tuvimos una oportunidad de asistir un retiro espiritual llamado “Encuentro Juvenil con Cristo” para jóvenes adultos. Fue un tiempo bien vulnerable para mí, siendo un joven adulto en otra cultura e idioma, y algo bien asombroso pasó. Primero el ambiente del retiro fue bien alegre y de inmediato sentí muy cerca de Dios. Además, durante el retiro, los organizadores se comunicaron con mis papas y me compraron una cruz. Y esta conexión con mi familia que estaba lejos, unido con la experiencia potente de solo confiar en Dios en este tiempo, me hizo sentir tan conectada con el amor de Dios, que sentí que no pude bajar de esa experiencia.
Después del retiro, yo estaba platicando con otra joven adulta que era un poco mayor que yo y estaba asistiendo seminario. Y ella dijo, “esto es un tiempo en el monte, pero tienes que bajar del monte y continuar en la fe”. Y en el momento, me pareció muy correcto. Quisiera quedar en la monte, pero Dios me hubiera dado trabajo para hacer en el mundo. Me di cuenta en este momento de dos cosas-lo importante que son los momentos en el monte, y también lo importante que es bajar del monte para traer nuestra conexión con Dios al mundo.
Mirando al evangelio de hoy, aquí están los discípulos en el monte, y ellos le gustan estar allí. Pedro vea a Jesús con Moisés y Elías, y dice “Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mateo 17:4). Es bien natural su respuesta. Pedro comparte una hospitalidad tradicional y su respuesta nos hace pensar en la tradición judía de pasar una semana en chozas para compartir tiempo en la naturaleza con el Señor, la tradición de Sukkot.
Pero no se pueden quedar allí. Después de mencionar el hecho difícil de su muerte, Jesús sube a la montaña y esta transformado. Tenemos esta revelación. Dios lo lleva a la montaña y muestra su amor en y por Jesús. Pero no pueden quedar allí. Hay que regresar al trabajo para compartir las buenas nuevas al mundo. Hay que bajar. Y esto no es sin riesgo. Jesús sabe que él va a estar condenado a la muerte. Dios levanta a Jesús en frente de nosotros en una montaña, y sabemos que demasiado pronto nosotros lo levantaremos en otro monte-el monte Calvario. Sus enseñanzas todavía son difíciles para este mundo, difíciles de aceptar, y Jesús va a sufrir la muerte por esta razón.
Podemos ver en nuestro mundo esta dificultad en aceptar las buenas nuevas de Jesús en tantas maneras. En la habilidad de seres humanos de tratar a otros seres humanos como no son personas completas porque sus trasfondos socio-económicos, culturales, o religiosos, o sus expresiones de su identidad sexual o género no son iguales. En cualquier momento en que yo empiezo a juzgar alguien que piensa distinto que mi solo por este hecho. Hay tanto trabajo que hacer cuando bajamos del monte de nuestra alabanza dominical, y Dios depende de nosotros para hacerlo.
Preparamos para la Cuaresma, y sabemos que tras los cuarenta días que empezamos el miércoles (¡después de festejar con panqueques el martes por supuesto!) hay la sombra de la Cruz. Hay la realidad que Jesús subió a un monte y luego fue forzado a su muerte sobre otro monte. Pero también hay la esperanza. Porque algunos piensan que en este día de la Transfiguración los discípulos vean solo un vistazo del Cristo transformado que ven más plenamente después de su resurrección. Así que siempre en la sombra de la Cruz hay todavía la luz de Cristo.
Hay, como dice San Pedro: “una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón” (2º Pedro 1:19b). Hay esperanza, aun en este mundo oscuro.
Pero para poder verlo, tenemos que escuchar bien al Señor. En nuestros libros devocionales para Cuaresma por el grupo Brújula de Vida, nos piden tener una práctica de escuchar bien al Señor esta Cuaresma. Esto significa tomar más tiempo en oración y meditación diaria, de la forma mejor para Ustedes.

Que escuchamos bien, para poder sentir en nuestros corazones y nuestras mentes encender esta lámpara, una lámpara que nos trae luz cuando bajamos de la montaña y caminamos nuestra fe en nuestra vida diaria. 

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