Pascua 4C + El Mejor don de Dios + 5.12.19


El mejor don de Dios… es tu
Alene Campbell-Langdell

All Santos Oxnard / St. Columba’s Camarillo
Más temprano esta semana leí este sermón por Pastora Alene y le pedí compartirlo con Ustedes por dos razones: Ustedes han estado orando por Angelia, nuestra sobrina. Y también porque creo que este mensaje tiene que ver con cómo vivimos nuestra fe como cristianos aquí en Todos los Santos.
Su familia de Alene ha estado viviendo una historia de la resurrección en estas semanas recientes. Todo empezó el domingo de Pascua cuando su la hija de su sobrina, quien tiene ocho años, fue llevado por helicóptero a un hospital en St. Louis porque estaba en una condición tan grave de sus riñones. Oremos y miramos las noticias y hace dos semanas ella pudo levantarse para caminar un rato por primera vez. Luego, mientras estábamos regocijando, escuchamos la noticia de que su corazón había parado por seis minutos. De nuevo oramos porque no sabíamos si ella tuviera daño al cerebro. Gracias a Dios, su función cerebral es normal. ¡Es algo milagroso! Y creo que las oraciones ayudaron. Hasta que los médicos han estado hablando sobre su regreso a casa. Pero hay un truco. Para regresar a casa, Angelia va a necesitar tener la diálisis en la casa. Y esto requiere un trabajo de remodelación de 30,000 dólares para crear un lugar estéril para hacer la diálisis.
Cuando Alene fue a la página de GoFundMe para hacer su parte en este esfuerzo, le pregunto el sitio, ¿Por qué estas donando? Ella dijo: Muchas cosas pasaron por mi mente.  Porque me dijo Dios. Porque ella es familia. Porque la sobrina y su esposo tienen cuatro niños pequeños y otro que viene. Eventualmente salté esta pregunta en el sitio, pero luego me di cuenta de que la razón por que doné entonces, y la razón por que hago varias cosas es sencilla: porque a veces la fe tiene que trabajar. Santiago habla de esto: “Tú tienes fe, y yo tengo hechos. Muéstrame tu fe sin hechos; yo, en cambio, te mostraré mi fe con mis hechos.” Y también: “Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta.” (Santiago 2:17-18) Seria muy fácil para mí decir que Dios ha hecho tanto en su vida de Angelia, y que Dios proveerá para esta necesidad también. Que mi pequeño parte no hará mucha diferencia. Pero así no es como funciona de la fe. La fe se presenta al imposible. Y mueve la montaña con las oraciones… y con una pala.
Nuestra lectura de Juan empieza con una frase interesante que al inicio parece irrelevante. El escritor de Juan nos dice que esta historia ocurrió en el invierno. Ahora, el escritor ha establecido que fue el tiempo de la “Fiesta de la Dedicación,” que probablemente fue lo que ahora llamamos Hanukah, que está en diciembre. Así que el comentario que fue “en invierno” parece medio superfluo hasta que recordemos que casi todo en el evangelio de Juan opera en un nivel simbólico en adición del nivel literal. Cuando Juan describe al Nicodemo visitando “en la noche,” no solo habla de la hora. Habla de su falta de fe de Nicodemo. Cuando Jesús y la mujer Samaritana hablan al mediodía, no es solo porque hace sol y hay una buena razón para pedir agua, también tiene que ver con su receptividad para escuchar lo que Jesús quiere decir. Sus ojos están abiertos. La luz brilla.
Así que, cuando Juan nos dice que fue “invierno,” nuestras orejas espirituales deben empezar a prestar atención y debemos imaginar no solo un día frio, pero también los tiempos de invierno en nuestras vidas: cuando un ser querido está en el hospital, un clima de incertitud política, la pérdida de un puesto de trabajo, cuando hay odio y prejuicio que cansan el alma. Puedo continuar, pero no necesito hacerlo. Ya sabemos cómo se ve el invierno. Y también lo sabían los amigos de Tabitá. Escuchamos unas pistas importantes de la historia de la importancia de Tabitá a su congregación en esta historia corta del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Sabemos que ella fue conocido por dos nombres: uno en griego y uno en arameo. En una iglesia frecuentemente dividida entre los de raíces judíos y griegos, ella navegaba en ambos mundos y fue amada por los dos grupos. Nos dice la escritura que ella pasaba su vida en hacer bien y actos de caridad. Ella hacia el tipo de trabajo que Jesús mando a Pedro hacer la semana pasada. Estaba cuidando a las ovejas. En un tiempo cuando el proceso de hacer ropa era mucho más caro y la mayoría de gente solo tenía uno o dos piezas de ropa, ella hacia ropa para dar libremente a los demás. Ella puso su fe a trabajar, pero ella murió.
Me pregunto ¿Quién tuvo la gran idea de llamar a Pedro? Posiblemente estaban orando juntos, leyendo el salmo 23 como a veces nosotros hacemos en los funerales. ¿Pudiera ser presente la bondad y misericordia de Dios aun en la muerte de Tabitá? Posiblemente llamaron a Pedro porque él estaba allí cerca y pensaban pudiera ayudarlos de explicar cómo la muerte de alguien como Tabitá pudiera ser parte del plan de Dios. La historia no nos dice y Pedro no pareció completamente claro en esto tampoco. ¿Pudiéramos imaginar la oración de Pedro mientras los pide salir del cuarto? “Dios, ¿que estoy haciendo aquí?” O ¿posiblemente esto es solamente lo que yo pienso? Pero lo que pasa es una ilustración perfecta de como escuchan las ovejas a la voz de Jesús. La comunidad que está en luto llama a Pedro. Pedro sale de Lida y va a Jope (donde el queda hasta que escucha que tiene que ir a otro lado, que resulta en la conversión de toda la casa de Cornelio, y un aprendizaje de que las fronteras humanas no son fronteras para Dios- pero esta es historia para otro día.)  Tabitá escucha a su nombre llamado aun en la muerte porque esa frontera también ha sido derrotada.
Los amigos de Tabitá sabían cómo era el invierno, pero también sabían cómo escuchar a Jesús y poner a trabajar su fe. No estén distraídos por la referencia en Juan a los “judíos” que se acercaron a Jesús. Todas las personas en esta historia fueron judías. Nosotros, los lectores, estamos los que están juntos alrededor de Jesús en los inviernos de nuestras vidas preguntándolo: “— ¿Hasta cuándo nos vas a tener en dudas? Si tú eres el Mesías, dínoslo de una vez.” (Juan 10:24) Y la respuesta de Jesús parece brusca. “pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.” Pero el “porque” aquí puede estar traducido “que” – “ustedes no creen, que no son de mis ovejas.” O posiblemente seria que no creen que sean de sus ovejas. ¿Sea posible que nos hemos enfocado tanto en Jesús como el Buen Pastor que hemos olvidado lo que es ser ovejas?
Demetrius Dumm, comenta sobre el décimo capítulo del evangelio de San Juan que los que escuchan a Jesús “están convencidos de que Jesús declara demasiado sobre sí mismo cuando él dice que él es en unión con el Padre. De hecho, el declara demasiado para ellos. Porque los invita a participar en su naturaleza divina” (Mystical Portrait, p. 152).[1] “Mis ovejas reconocen mi voz…y jamás perecerán ni nadie me las quitará” dice Jesús (San Juan 10:27-29). Esto debe traer recuerdos de otro pasaje en Juan: “Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre” (San Juan 14:12). Esto empieza a sonar menos como nos habla Jesús el Buen Pastor y más como Jesús el Novio de la iglesia: ¡Tú eres el mejor don que Dios me ha dado! ¿Pueden escuchar a Jesús diciendo esto a Ustedes? ¿Pueden creer que son este tipo de ovejas?
En la lectura de la Revelación vemos un vistazo del salón del trono de Dios. En aquel cuarto hay más personas de los que podemos contar. Pero cada uno de ellos es conocido por el Cordero en el centro. El los llama por sus nombres. Cada uno ha pasado por los pastos verdes y por la valle de la sombra de la muerte, por invierno, primavera, el verano y el otoño. Cada uno ha encontrado la misericordia de Dios presente en sus vidas, y su bondad. Y por esto cada uno ha traído su pala a la montaña. Cada uno ha puesto su fe a trabajar porque esto es vivir la fe. Esto es quienes somos. Somos los quienes hacen bailar el corazón de Jesús.




[1] Demetrius Dumm. A Mystical Portrait of Jesus (The Order of St Benedict, Inc.: Collegeville, MN), 2001.

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