Epifanía 2A + Las Palabras Importan + 1.15.23
M. Campbell-Langdell
Todos los Santos, Oxnard
(Isaías 49:1–7; S. 40:1–11; 1 Cor. 1:1–9; Juan 1:29–42)
[El Señor]
Puso luego en mi boca canción nueva, un himno de alabanza a nuestro Dios. *
Muchos
verán esto, y temerán, y así confiarán en el Señor. (Salmo 40:3)
Las palabras importan. Words
matter. Podemos ver esto claramente en los pasajes de hoy de las sagradas
escrituras- es un tema que mueve como un rio sobre cada escritura. Las palabras
importan a Isaías, quien es llamado de hablar por Dios desde antes de su
nacimiento. El salmista no puede para de alabar a Dios. Y aquí, las palabras
importan a Juan el Bautista, quien mira a Jesús, y lo señala, diciendo, “—
¡Miren, ése es el Cordero de Dios!”
En una gran cantidad de las
pinturas más famosas de Juan el Bautista, lo vemos de pie, un poco demacrado y
peludo, nervudo de su dieta de langostas y miel y su vida el desierto, una vida
seca y llena de piedras. Y esta figura no señala a sí mismo, sino a Cristo.
Casi siempre señala con su dedo a Cristo, si está en el cuadro, o no. John the
Baptist always points to Jesus. Y también señala con sus palabras no a sí
mismo, pero a Jesús. “— ¡Miren, ése es el Cordero de Dios! Porque importan
las palabras.
Y porque las palabras
importan, nosotros también tenemos que ocupar nuestras palabras para señalar a
Cristo. We also
must use our words to point to Jesus.
Y por ese trabajo, yo creo que
la bondad es bien importante.
¿Qué? Me puede decir. ¿Qué
tiene que ver Juan el Bautista con la bondad? Seguramente asociamos otras
calidades con él, como su testimonio valiente, su llamado al arrepentimiento,
por su manera de anunciar la venida del Reino de Dios en forma de Jesucristo.
Puede recordarnos de su descripción de nosotros como unas tantas culebras. Pero
decir que él se pone en mente la bondad parece algo extraño. Posiblemente me
quieren recordar que un león no es un conejo.
Pero yo creo que si tiene algo
en común. Porque nuestras palabras importan. El otro año
yo estaba leyendo la revista que viene con el periódico, y su historia de
enfoque fue sobre cómo debemos compartir bondad o amabilidad en el año 2017. Y
para estar muy honesta pensé que no encontraron una persona famosa para
entrevistar y que esto iba a ser algo estúpido. Pero luego leí una historia muy
interesante. Dijo (con mi traducción):
“Daniel Lubetzky… no solo
entiende la asombrosa reacción en cadena de la bondad—es porque él está vivo.
Su abuelo era en el punto de estar ejecutado durante la ocupación Nazi de
Lituania cuando el conserje de su edificio de departamentos intervino. ‘Te
dejé vivir porque me hablaba como una persona decente,’ le dijo el
conserje.”[1]
La vida de su abuelo estaba
salvada porque él hablaba con el conserje en su edificio de departamentos como
si fuera una persona decente. His grandfather’s life was saved because he spoke to the
janitor in his building like he was a decent person. Las
palabras importan mucho. Como actuamos y hablamos en el mundo o señala a Dios,
o señala a otra cosa.
Ahora, pueden pensar que yo
estoy predicando un sermón muy egoísta. Es decir, que solamente estamos
bondadosos para salvar nosotros mismos. Y si es así, ¿Qué tipo de cristianos
somos? Pero yo diría que sí se trata de salvarnos, pero no se trata de
nuestra salvación individua. Si yo me salvo, pero todos estamos muriendo en el
sentido espiritual, ¿Qué tipo de victoria es esa? Cristo nos muestra una manera
de estar salvados, pero es una manera en que todos nosotros tenemos que
participar.
Creo que esto es muy
importante recordar en el día de hoy, con nuestro clima política, donde hay
tanta división y vemos una situación en que parece que algunas personas y
habilidades tienen valor y otros no. A veces parece que en vez de glorificar en
nuestra diversidad de habilidades y experiencias levantamos solamente algunos
como los mejores.
Así que aquí, yo los quiero
recordar que importan las palabras de San Pablo a los Corintios:
“Siempre doy gracias a mi Dios
por ustedes, por la gracia que Dios ha derramado sobre ustedes por medio de
Cristo Jesús. Pues por medio de él Dios les ha dado toda riqueza espiritual,
así de palabra como de conocimiento, ya que el mensaje acerca de Cristo se
estableció firmemente entre ustedes. De este modo no les falta ningún don de
Dios mientras esperan el día en que aparezca nuestro Señor Jesucristo.” (1 Cor.
1:4-7)
Las palabras de San Pablo
afirman que importan todos los dones espirituales—que todas las palabras y
acciones—y todos tipos de sabiduría—están necesitados para construir el reino
de Dios.[2] Porque
si recuerden bien, las personas de Corintio a quienes escribían San Pablo
estaban en un argumento. Y este argumento fue sobre si algún don espiritual,
por ejemplo, el don de hablar en lenguas, fue el más importante. Y más o menos,
San Pablo dijo, “¡Que estupidez!” Obviamente Dios los dio todos los dones
espirituales para una razón. ¿Qué importa hablar en lenguas si no hay alguien
para interpretarlo? Porque Dios no nos da los dones espirituales para nuestro
propio uso, pero son para compartir en comunidad. Como Juan el Bautista, quien
recibió el don de profecía, señalamos a Cristo con nuestros dones.
Y en la lógica “patas para
arriba” del Reino de Dios, en señalar a Cristo y en usar nuestros dones para el
bien de todos, nosotros vivimos en nuestra plenitud lo que somos
individuamente. When
we live fully into whom God wants us to be, we also become more alive in
ourselves. Esto es muy importante para recordar como iglesia
mientras entramos en una estación en que vamos a seleccionar nuevos líderes.
Mientras piensan y oran sobre si están llamados a un ministerio, no piensen
solamente en los dones que ya saben que Dios los ha dado. Pero traten de pensar
en lo que necesita la comunidad. Piensen en lo que necesita la iglesia y el
mundo ahora mismo, y es posible que el Espíritu los guiará a descubrir dones
que nunca sabían que tenían.
Mientras disciernen estos
dones, que también levantamos los dones de los demás. En ocupar palabras que
afirman y que señalan a Cristo. Que no perdemos la esperanza cuando el mundo
parece oscuro, porque sabemos que Dios es fiel. Dios siempre cumple sus
promesas, y yo tengo fe de que, si todos ocupamos nuestros dones únicos, y
recordamos que las palabras importan, todos podemos trabajar para salvar este
mundo, para redimirlo de sus crueldades y de salvar la tierra, con la ayuda de
Dios. Amen.
[1] Paula Spencer Scott, “Resolution: Kindness:
Let’s Make 2017 the Year of Being Kind,” Parade Magazine, January
1, 2017.
[2] Rolf Jacobson, Karoline Lewis and Matt Skinner,
“Sermon Brainwave Podcast #520 – Second Sunday after Epiphany,” https://www.workingpreacher.org/brainwave.aspx?podcast_id=833 (Posted January 7, 2017).
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