Propio 20 (A) + Orejas que escuchan + 9.21.14

M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Éxodo 16:2-15; S. 105:1-6, 37-45; Filipenses 1:21-30; San Mateo 20:1-16)

“Amigo, no te estoy haciendo ninguna injusticia. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? Pues toma tu paga y vete. Si yo quiero darle a este que entró a trabajar al final lo mismo que te doy a ti, es porque tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi dinero. ¿O es que te da envidia que yo sea bondadoso?”
Aquí el dueño de la finca, quien posiblemente representa a Dios en esta parábola, me hace pensar en algo que dice Maya Angelou en un poema que se llama “Yo levantaré.” Parte del poema va así:
¿Te desconcierta mi insolencia?
¿Por qué te acosa la melancolía?
Tal vez porque camino como si tuviese pozos de petróleo
Bombeando en la sala de estar.
Como las lunas y los soles,
Con la certeza de las mareas,
Igual que las esperanzas que vuelan alto
A pesar de todo me levantaré.[1]
Maya Angleou expresses the same amazing confidence that we see in God’s bold generosity in today’s gospel reading. Esta confianza contagiosa, esta manera tan diferente de pensar en el mundo, es como Maya Angelou habla de su identidad renovada como una mujer Afro-Americana. Pero también nos puede hablar de la generosidad fresca de Dios que no sigue muy en seguida nuestras reglas humanas. También puede hablar de como nosotros como cristianos podemos tener una confianza en una cultura que no lo entiende si uno no está demasiado rico.
Sí, estamos llamados a caminar como si tuviéramos pozos de petróleo bombeando en las salas de estar, no tanto porque estamos llamados a la autosuficiencia arrogante de la riqueza. En vez de esto, estamos llamados a poner toda nuestra confianza en Dios. We are to put all our confidence in God. Cuando perdemos las ansiedades de que habla la oración de hoy y confiemos en la provisión de Dios, encontramos confianza y una vida renovada. Justo como hicieron los israelitas cuando confiaron a Dios en el desierto, y justo como los trabajadores que confiaban en que el dueño de la finca les iba a dar el salario de un día.
Tengo experiencia personal con esto. Fue un momento en la primer parte de mis años 20, y cualquier quien ha sido o es esa edad ahora sabe que es un tiempo de muchas ansiedades. Lo recordamos como un tiempo feliz en que la vida tenía tantas posibilidades pero a veces olvidamos que es muy difícil ser un joven adulto empezando a vivir por sí mismo. If you are honest with yourself, most of us got a bit stressed at one point or other in his or her early twenties, and if you are there now, we feel you!
Yo recuerdo la época. Estaba asistiendo la universidad en Nueva York, un lugar de muchas expectativas académicas pero donde nos proveían todo lo que necesitábamos en comida y techo. De una manera, la vida fue fácil, aunque también estaba trabajando alto. Y un verano, decidí no regresar a California por el verano pero en lugar de esto quedé en Nueva Jersey con un amigo, mi primera experiencia de pagar el alquiler. Y trabajaba en Nueva York por Greenpeace, haciendo un viaje de una hora y media en bus y metro cada dirección. Este fue un trabajo en que todo mi salario fue basado en inscribir una cierta cantidad de personas cada día. Porque aunque empecé el trabajo pensando en el medio ambiente, mi di cuenta de que realmente estaba vendiendo algo. Y como no fue un objeto, fue aún más difícil de vender este idea de cuidar al medio ambiente y de apoyar a Greenpeace en hacerlo. Y si no llegué a mi “cuota de ventas,” iba a recibir muy poco salario por el día, una cantidad que casi no cubriría el gasto de mi transportación. Olvidase de comida y techo.
Así que yo puedo imaginar cómo es para estos trabajadores quienes estaban esperando y esperando en la plaza. So I relate a bit to these guys standing around in the city square. If they are not picked, they will not take home the daily wage. Si no están escogidos, no van a recibir el salario de un día que les va a dar de comer a sus familias. Este salario de un día fue  mi meta también pero en mi caso fue para mí techo y mi comida diaria. Hay una ansiedad de estar dejado en la plaza, dejado para esperar, de hacer su mejor y no estar seleccionado. Muchos jóvenes han experimentado esto en búsquedas de empleo. Puede sentir como todo depende de ti y tus acciones.
Así que miramos a los israelitas en el desierto. Le preguntan a Dios porque él no los haya dejado en Egipto, si es que van a morir. Si fueron esclavos, pero lo interesante es que lo olvidan un poco en recordar las ollas de carne… ooh ¿un buen pozole, verdad, y nos olvidamos? ¿Quién sabe lo tanto que realmente comieron carne en Egipto? Ahora van a estar comiendo codornices cada noche y este pan raro que Dios los ha dejado en la mañana. Pero tienen que confiar en Dios. They have to trust in God for this to work. Tienen que dejar al lado a sus ansiedades que dicen que esto no va a funcionar. Lo que es difícil en un desierto.
Lo que es difícil en la plaza, en el calor del día, cuando uno espera y espera y espera estar llamado. Lo que es difícil cuando uno apenas cuenta sus 20 años y está sudando en una esquina de una calle en Nueva York, preguntando a cada persona que venga si a ellos les importa el medio ambiente. Y todo para ganar su pan de cada día. Le causa ansiedad a uno. It’s anxiety producing!
Así que, ¿Qué hice con todos estos nervios? Asistí a la iglesia, o intentaba hacerlo. A diferencia a todos los otros lugares en que he vivido, no tenía yo acceso fácil a una iglesia episcopal los domingos. Así que visité a la iglesia católica romana del área a que yo podía caminar, pero no podía tomar la comunión y sentí que los sermones no me inspiraban. Después visité a la iglesia metodista, pero después de algunos intentos sentí muy raro porque la comunión fue diferente y fue muy raro ser la octava persona en la misa y sentir que nadie sabía que hacer conmigo.
Así que encontré ayuda en unas devocionales que me había dado mi mama, libros basadas en una espiritualidad de meditación. En el calor de ese verano, en mi ansiedad, estas devocionales me calmaban y me recordaban que Dios estaba encargado de mi vida, no yo. I remembered that God was in charge of my life, not me. Justo como los israelitas, yo tenía que recordar que Dios me iba a proveer si no la mana y los codornices, mi sándwich de mantequilla de nuez y mis cenas vegetarianas bien influidos por la bodega de gente del medio este en la esquina. Si, todavía tendría yo que levantarme cada día y trabajar, justo como los trabajadores tienen que venir a la plaza y los israelitas tenían que ir a recoger la mana y los codornices.
Pero Dios si proveería. I had to work and do my part, but I could trust that God would provide. E incluido fue una oportunidad de descansar. Los israelitas escuchan que tienen que recoger doble el día antes del Sabbat, porque como dice Amy Erickson, una teóloga, “El restaurante de comida-del cielo de Dios no está abierto los Domingos.”[2]
Porque somos seres humanos, no maquinas. Because we are humans, not machines. Hablando de los israelitas, Erickson dice que “aun en una crisis, completamente rodeado por caos, la práctica de Sabbat es esencial a sus vidas diarias y a sus identidades emergentes”.[3] Esto es verdadero por nosotros, también. A veces podemos vivir vidas que tienden al caos y a la ansiedad, pero Dios si provee y nos da razón para tener confianza. Confiados en que podemos confiar que recibiremos nuestro pan de cada día. Tan confiados como para descansar en el Sabbat y confiar que el trabajo esperaría para el próximo día. Lo suficiente seguros como para escuchar a lo que Dios quiere que nos hagamos y hacerlo, viviendo la visión plena que Dios tiene para nuestras vidas.
No fue mucho después de que pasé yo por este momento de ansiedad que empecé a discernir un llamado al ministerio. I don’t think it was an accident that I was able to hear God’s call on my life after I relinquished my anxieties about my security of food and lodging. No creo que es por casualidad que empecé a escuchar el llamado de Dios en mi vida cuando empecé a renunciar mis ansiedades sobre la seguridad de mi pan diario y mi techo. Cuando hice lo que podía y dejé lo demás en las manos de Dios.
Nosotros, como los Israelitas también, solo vivimos en nuestra plenitud cuando escuchamos a Dios y estamos abiertos a su provisión. ¿Quién sabe que escucharían estas orejas ya listas para escuchar?



[2] Amy Erickson, “Commentary on Exodus 16:2-15,” Workingpreacher.org for Sunday September 21, 2014.
[3] Ibid.

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