Cuaresma 4 (C) + Unase a la fiesta de la gracia + 3.31.19
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M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Josué 5:9–12; Salmo 32; 2 Corintios 5:16–21;
San Lucas 15:1–3, 11b–32)
Ah, la parábola del hijo prodigo. O del padre prodigo. O de los dos
hermanos. O lo que sea. La verdad es que esta es una de las parábolas más
multifacéticas y gloriosas de Jesús, y casi no hay dos opiniones iguales de
ella.
Creo que esto es porque hay tantos niveles en que se puede uno leer el
texto. Un nivel es el nivel familiar. Es verdad, no, que la familia es el
crisol dentro del cual nos aprendimos sobre nosotros mismos y a veces sobre
Dios, ¿para bien o para mal? Aquí tenemos unos dinámicos familiares bien
claros. Un padre quien parece permisivo pero es de hecho un padre con el dolor
de haber perdido a su hijo, a lo menos temporariamente. Cualquier padre diera
el bienvenido a su hijo después de esa experiencia. Mañana hablamos, pero ¡esta
noche celebramos! Luego tenemos el hijo menor. El hace algunas decisiones muy
malas, y sus prioridades están completamente equivocadas. Él ha estado borracho
con el vino del mundo. Pero el regresa. Porque nunca olvida su identidad como
hijo. Y tenemos el hijo mayor. El cuidaba al becerro que ha sido matado y el
entra al escenario muy tarde. Uno tiene la idea de que él es siempre el último
para saber de todo. Pero también con la bendición y la maldición de ser el
quien siempre tiene que aceptar la situación con gracia o no.
Yo sé que como la hija mayor de mi familia, siempre me sorprendí como mi
hermano menor pidió muy abiertamente por lo que él quería. Ahora como madre me
doy cuenta de que el solo fue un niño normal, pidiendo por lo que él pensaba
que necesitaba. A vecemos identificamos diferentemente con diferentes
personajes en esta historia en distintos tiempos en nuestras vidas.
Hay otro nivel en que pienso de esta historia. Pienso en el nivel
cósmico, en que todos nosotros estamos dados la bienvenida al salón del trono
de Dios. Todos estamos invitados a regresar si nos hemos extraviado. Y si nos
hemos mantenido fieles, estamos invitados a regocijar en el regreso de los
demás. No se preocupe que no haya gracia suficiente para todos, y no juzga a
otro basado en la distancia que ha caído. Tampoco se debe preocupar que esta
fuera de la posibilidad redentora de Dios. Todo esto es pensamiento pecaminoso
porque le separa del abrazo del Padre, o mejor dicho del abrazo de Dios. Dios,
quien es madre y padre y más. Pero el punto clave aquí es la Gracia de Dios.
La Gracia es sumamente importante aquí, porque todos nosotros en un
momento ser cada uno de estos personajes, o seriamos testigos de estos
personajes en nuestra vida. En un momento seremos la persona que da la
bienvenida de regreso a una persona que ha extraviado de Dios y de la
comunidad. Quien estaba en dolor que ahora está celebrando. Yo recuerdo un
tiempo hace varios años cuando conocí dos amigas. Una agarro algo de la otra,
pero cuando lo confeso, que lindo fue ver la otra perdonarla y darla una
bienvenida de regreso a su amistad y a la comunidad.
En cualquier momento todos somos el hijo prodigo, de regreso. Cuantas
veces en la semana me doy cuenta de la manera en que desgasto el tiempo y los
dones que Dios me ha dado. O cuando me pongo ocupada y no recuerdo estar gentil
con la gente que me rodea. Cuando trato de ponerme encima de la tecnología y me
meto en las honduras de Facebook. Hay tantas maneras de malgastar lo que Dios
me dado de su abundancia. Y a veces siento ingrata y tengo que arrodillarme, o
físicamente o en mi corazón o usualmente es ambos, para regresar a Dios. Esto
es lo que significa el arrepentimiento, la acción de regresar a Dios.
Y veces somos todos los hijos mayores. El hijo quien casi no quiere
aceptar la misericordia y el amor que su padre tiene para el otro hijo. ¿Cómo
atreve ese vago este tratado lo mismo que yo, el hijo o la hija fiel? ¿Cuántas
veces he juzgado en mi corazón a los que están nuevos en la fe cuando actúen
como tienen todas las respuestas y como son los hijos favorecidos de Dios? Los
de nosotros quienes hemos tratado de estar fieles desde nuestro nacimiento
(aunque con resultados a veces no completamente perfectos) a veces nos podemos
poner muy altivos con los nuevos creyentes que pensamos no han sido cristianos
por tanto tiempo que nosotros, o tan fielmente. O posiblemente solo me hablo de
mi misma. Pero la gracia de Dios no es así de pequeña. Otro hijo de Dios
pudiera ser rico espiritualmente aun mientras yo doy gracias por los dones que
Dios me ha dado.
Si una palabra clave para esta parábola es la gracia, otro punto clave
es reconciliarnos con Dios. Es la reconciliación de los dos hijos con su padre.
Justo como se menciona en la lectura de la 2da Carta a los Corintios, Dios nos
ha redimido por Cristo y no nos juzga por nuestros pecados. Pero él nos ha
hecho una nueva creación y embajadores para Cristo. Y todo esto no es por lo
que hemos hecho pero depende solo en nuestra habilidad de arrepentirnos y
regresar a Dios y a si misericordia abundante.
Me encanta el hecho de que esta historia termina con final abierto. No
sabemos cuál es la respuesta del hijo mayor. ¿Dice a su papa, “¡Hace sentido!”
y regrese a la fiesta? ¿Este taciturno un rato y luego se une a la fiesta para
gozar con los demás? ¿O se vaya enojado, indignado? Creo que este final abierto
es para nuestro beneficio. Es la pregunta que Dios nos hace. ¿Estamos
dispuestos a estar generosos y misericordiosos justo como nuestro Dios es
generoso y misericordioso?
Si hacemos esto, no lo hacemos solo por nosotros mismos. Pero lo hacemos
como embajadores para Cristo. Vivimos por los demás, no por nosotros mismos.
Esta otra vida es por venir, llamándonos fuera de nosotros mismos. Me hace pensar
en la lectura de Josué de hoy. Después de estar vagabundos en el desierto, y de
sostenerse en la maná, Dios los ha llevado a la tierra donde van a quedar. Y
los manda comer los frutos de la tierra. Se han reconciliado con Dios y ahora
están comiendo lo que han crecido, una comida que no solo los sostendrá por una
noche pero para todas sus vidas. ¿En cuales maneras nos llama Dios a dejar de
nutrirnos de lo que nos sostiene temporalmente y en vez estar sostenidos por lo
que nos dará de comer no solo a nosotros pero a los demás también en el largo
plazo?
¿Hay algo en su vida- en sus relaciones personales, o en su relación con
Dios, que le previene de entrar en la puerta de la Gracia?
Sean reconciliados con Dios. Regrese, entre la puerta, y ¡únase a la fiesta!
Sean reconciliados con Dios. Regrese, entre la puerta, y ¡únase a la fiesta!
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