Navidad 2 (B) + Refugio + 1.3.21

 


M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(† Jeremías 31:7–14 † Salmo 84 † Efesios 1:3–6; 15–19a † San Mateo 2:13–15, 19–23)

Durante nuestra celebración alternativa de “Posadas” este ano, Karen James y Cindy Morales leyeron libros a los niños sobre las historias de la Navidad. Y uno se llamaba Refuge o Refugio.[1] Fue más quieta que las otras historias, que fueron llenos de colores. Ero más oscuro y un poco temeroso. Desde el punto de vista del burro, escuchamos como la sagrada familia tenía que huir a Egipto. Como quedaron allí. En un momento, Karen pregunto a los niños si quedo la sagrada familia con familiares o con extranjeros. Y los niños contestaron muy sabiamente que quedaron con extranjeros. Y esto me tocó el corazón.

En el milagro de la llegada del niño Dios en el mundo, no escapamos de la realidad del mundo. Mucha gente ama a su tierra de origen, pero por necesidad o una mejor oportunidad, ellos se tienen que mudar, si sea temporariamente o permanentemente.

La sagrada familia pensaba que su viaje fue temporario. Ellos huyeron a Egipto, y suponemos que quedaron con extranjeros por un tiempo hasta que murió Herodes. Y luego un ángel les aviso que regresaran a Israel. José tenía planes de llevar su familia a Belén, donde había nacido Jesús, pero cuando llegaron vieron que el líder de Judea fue muy malo. José tenía razón para temer a Arquelao. En su primer acción como líder, aun antes que el emperador le había puesto formalmente en poder, el mató a tres mil personas quienes estaban alabando en el templo en Jerusalén porque no le apoyaron.[2] Entonces esta familia decidió ir a Nazaret en Galilea. Y esto cumplió las escrituras pero también es algo muy conocido para cualquiera familia inmigrante. Cuando uno muda de su país de origen a veces piensa que solo es por un tiempo, pero luego otra cosa pase y empieza a construir su nueva vida en ese lugar.

Yo regreso a aquel momento con el libro Refuge / Refugio en que los niños se dieron cuenta de que la sagrada familia quedo con extranjeros. Me hace pensar en nuestro país. ¿Cuáles son los que vienen aquí en búsqueda de ayuda? ¿Cómo podemos ser los extranjeros que les ayuden? Esto puede ser sencillo – ver quien está en necesidad – trabaja en la dispensa o da a una organización que ayuda a los inmigrantes y a los que buscan refugio. Si la sagrada familia tenía que buscar ayuda, ¿cuánto más puede cualquiera de nosotros encontrarnos en necesidad de ayuda de vez en cuando? Esto me hace pensar en la familia Iraní que ayudamos hace un par de años cuando mudaron aquí. Pero también de muchas personas sin documentos en nuestra comunidad que tratamos de ayudar. Personas que buscan un hogar en un lugar desconocido. Yo sé que muchos de Ustedes conocen esto aún más que yo. Aunque mude a los EEUU en los 1990 como niña, yo tenía familia aquí. Asistí a una escuela que había asistido mi mama en su juventud. Todo fue nuevo pero también un poco conocido. Para muchos los que vienen aquí todo es desconocido. Es difícil encontrar un hogar en un terreno casi extraterrestre.

Y todos queremos sentir que tenemos un hogar. Como dice tan lindamente en Salmo 84: El gorrión ha encontrado casa, y la golondrina nido donde poner sus polluelos: * en tus altares, oh Señor de los Ejércitos, Rey mío y Dios mío.  ¡Dichosos los que habitan en tu casa! * Perpetuamente te alabarán. (2-3). Todos queremos sentir que pertenecemos.

¿Qué tiene todo esto que ver con la Navidad? Porque hoy es el último domingo del tiempo de Navidad, y también seguimos celebrando el nacimiento de Jesús.

Pues hay que empezar con los profetas. Porque Jesús fue el cumplimiento de las promesas de todos aquellos que sonaban antes, a lo menos para nosotros los cristianos. Jeremías dice que “El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.” Esto está dicho a un pueblo en exilio. Una gente que no se siente en casa. Es una promesa que la gente del Señor regresaran a casa, y estarán reunidos por el Señor de nuevo en su hogar.

En el niño Jesús, nosotros hemos encontrado nuestro hogar. Pero antes de que el creció en la plenitud de su luz y madurez como un hombre que nos sanó, enseñó y luego para quienes él se sacrificó, él fue un bebe. Un bebe sin protección. Como el recién nacido Samuel, hijo de Emily y Matt, y Leilani, hija de Nicole y Tony, nacidos a la familia extendida de nuestra congregación esta semana. Pequeño, lindo, vulnerable. Y su familia, con su mama todavía recuperando de sus dolores de parto y su papa un poco mayor para ser papa nuevo, estaba vulnerable. Y ellos encontraron un refugio. Y luego, un nuevo hogar. Con extranjeros.

¿Cómo podemos dar la bienvenida a extranjeros en su nombre?
¿Para que juntos experimentamos lo que es tener un hogar eterno?

Para que todos encontremos nuestro refugio al lado del altar.

Amen.



[1] Anne Booth, Refuge (Little, Brown, 2016).

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