Epifanía 5 C + Pescadores de Gente + 2.6.22

 

M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Isaías 6:1–8, (9–13); Salmo 138; 1 Corintios 15:1–11; San Lucas 5:1–11)

 

En la película del año 2013 “La Haumāna”, estamos introducidos a un artista quien presenta una obra genérica sobre las islas de Polinesia en Waikiki. El ha perdido el rumbo y él toma cada noche. La cantinera en su cantina favorita le dice que su favorita maestra de hula, quien le llama “tía” se está muriendo. Aunque enfrente resistencia, el va a su lado y le promete ensenar la hula, el baile tradicional hawaiano, a un grupo de jóvenes de la secundaria que ella ha estado enseñando. Ellos tienen que preparar para un gran festival de Hula, pero él no sabe cómo enseñarlos al inicio. Ellos piensan que el es ridículo. Huelen el licor en su aliento y le ofrecen chicle. El ni sabe como hacer el canto especial para invitarles formalmente a la clase de hula. Pero el lo aprenda y los enseña y los lleva al mar y al bosque para conectar con los origines de la hula. Finalmente, el no solo los prepara a los jóvenes a presentarse, sino que el también se conecta de nuevo con su cultura hawaiana. El se da cuenta de su responsabilidad a su comunidad, no solo a sí mismo.[1]

En las sagradas escrituras que leemos hoy vemos temas de la responsabilidad que tenemos a los demás. Isaías esta llamado, pero de una manera que también le humilla- sus labios literalmente están quemados para purgar sus pecados y prepararle para servir a la gente de Dios. Pablo menciona a los varios apóstoles llamados por Jesús y el cómo el último y más insignificante, aunque también el mas trabajador, por la gracia de Dios. Pedro, después de llevar a Jesús en su barca para que pueda predicar mas fácilmente, se humilla para tomar direcciones de Jesús el carpintero. El como pescador profesional no ha pescado nada, pero es paciente con las instrucciones de Jesús y él pesca tanto que casi se volcán dos barcas con el peso de los peces. Es una pesca casi ridícula, y le asusta un poco. Yo se que yo sintiera un poco asustada en su lugar. Pero Jesús dice, esto no se trata de peces. Esto se trata de personas.

Un comentarista, hablando sobre este pasaje, medita en el hecho de que Jesús dirige a Pedro a pescar en la parte honda del lago.[2]  ¿Qué profundidad hay que no hemos explorado? Durante este tiempo de pandemia, hemos entrado a algunas profundidades que antes no pudimos imaginar entrar. En este tiempo, hemos tenido que hacer decisiones. Decisiones para vivir y seguir la voluntad de Dios en aguas inexploradas.

Decisiones para nuestros hijos e hijas y para nosotros mismos. Estas son cosas pesadas y pueden tener impactos para el largo plazo. No decidir es también una elección. Por ejemplo, yo escogí ser vacunada y recibí la dosis de refuerzo o booster según fui elegible porque soy una Pescadora de Gente y necesito ser una persona que cuida a los demás. To be safe for others, I got vaccinated. Fue un pequeño acto de auto humillación, en adición a llevar el cubre boca, para que pudiera servir a los demás con menos miedo.

En el periódico cada día vemos a las personas teniendo que hacer decisiones sobre lo mejor para sus familias. Padres decidiendo sobre si sus hijos e hijas deben recibir la vacuna. Legisladores decidiendo sobre si deben ejecutar un mandato. Estos son asuntos complejos porque en algunos casos hay efectos secundarios. Sin embargo, la información que estamos recibiendo dice claramente que los efectos en el largo plazo de tener COVID – si sea en adultos o niños, o en gente vulnerable o gente saludable, pueden ser severos. Es verdad que gracias a Dios la mayoría de las personas que conocemos en nuestra congregación que se han infectado con el coronavirus se han mejorado y según lo que yo se no han experimentado muchos efectos en el largo plazo. ¡Y es una bendición! Pero yo estoy consciente que otros no tienen esta bendición. Una iglesia en nuestra diócesis va a enterrar un niño de dos años que falleció recientemente, y los médicos piensan que fue COVID-19.

¿Cómo determinamos la voluntad de Dios en hacer estas decisiones difíciles? Primero, tengan paciencia con si mismos. Estos son tiempos de mucho estrés. Ninguno de nosotros hemos vivido esto antes. Aun los ancianos que sobrevivieron la Influenza Española fueron infantes cuando experimentaron esto – no tuvieron que hacer decisiones. Nos tenemos que cuidarnos y recordar que no podemos servir a nuestra comunidad ni a nuestra familia si no antes nos cuidamos a nosotros mismos. A la vez, como cristianos no podemos eludir las decisiones que nos enfrentan. Es nuestro deber contemplar en oración sobre esto: ¿entre las opciones en frente de nosotros, que es la acción que puedo tomar que va a dar más vida a mí y a los que me rodean? Hay mucha discusión de libertades individuales ahora pero no debemos perder la vista de que nuestras acciones tienen consecuencias para nuestra familia, amigos y vecinos. Estas decisiones pueden ser diferentes para cada uno. Pero si tomamos una acción que pueda dañar a los demás, que lo pensamos de nuevo. A la vez, que enfrentamos nuestros miedos. El miedo que tenemos, ¿es de Dios para que nos cuidemos mejor? O ¿es algo que nos paraliza y no nos permite hacer otras cosas buenas? Todavía tenemos que usar nuestro sentido común para cuidarnos y los demás, pero con la ayuda de Dios no tenemos que estar en tanto miedo que nos paraliza.

En nuestro Estudio Bíblico este miércoles, hablamos sobre como conocemos la voluntad de Dios. La verdad es que, sin que Jesús este en frente de nosotros dando direcciones, o sin escuchar de un mensajero angélico, no podemos saber por seguro. Pero podemos orar, escuchar en la profundidad de nuestros corazones y buscar pruebas de que Dios nos esta mostrando un camino adelante. Para una vida abundante, una pesca fantástica de vida abundante. Y para poder compartir las Buenas Nuevas en nuestra comunidad.
Amen.

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