Pascua 4A + Buen Pastor / Vida Abundante (Ana y Rey) + 4.30.23
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Hechos 2:42-47, Salmo. 23, 1 Pedro 2:19-25, San Juan 10:1-10)
¡Que emoción estar con ustedes
hoy en día para celebrar esta ocasión tan especial para Ana Bertha y Reynaldo! Quiero
mencionar que las lecturas no los escogimos nosotros – son los del leccionario
como siempre, pero nosotros platicamos como sobre son muy buenos para la
ocasión- ¡gracias al Espíritu Santo! La primera lectura de hoy es tan bella- la
imagen de los discípulos viviendo en armonía perfecta, compartiendo todo. Y esto
contraste mucho con la segunda lectura de la primera carta de San Pedro que
habla de soportar injusticias y sufrimiento. Para clarificar, yo pienso que
esta carta tal vez fue dirigida a personas que, aunque fueron cristianos,
todavía estaban viviendo como esclavos o siervos en grandes casas en el mundo
anciano. Aunque fueron libres internamente, exteriormente todavía sufrían por
su posición en sociedad. Y el autor de la carta quiere ayudarles a sobrevivir
su experiencia y mantenerse fiel a Dios.
Pero tristemente este pasaje y
otros relacionados con el han sido usados tras el tiempo por usos malos. Las
mujeres y hombres en situaciones de abuso, y esclavos u otras personas
oprimidas han sentido que Dios quiere que ellos siguen sufriendo como manera de
seguir a Jesús. Que es su cruz para llevar. Pero esto no es la manera de
nuestro buen pastor.
Sin embargo, contribuye a un
efecto en nuestras culturas que mantiene un silencio alrededor de abuso y
maltrato. Esto me hace pensar en una cita que escuche del autor Stephen King:
“Hay una frase, "el
elefante en la habitación", que pretende describir cómo es vivir con un
drogadicto, un alcohólico, un abusador. La gente fuera de esas relaciones a
veces preguntará: "¿Cómo pudiste permitir que algo así continuara durante
tantos años? ¿No viste el elefante en la habitación?" Y es tan difícil
para alguien que vive en una situación más normal entender la respuesta que se
acerca más a la verdad; "Lo siento, pero estaba allí cuando me mudé. No
sabía que era un elefante; pensé que era parte de los muebles". Llega un
momento de sorpresa para algunas personas, las afortunadas, cuando de repente
reconocen la diferencia” (Goodreads.com, original en inglés).
Y es cierto, ¿no? Hay para
muchos de nosotros momentos en la vida en las que nos demos cuenta de que todo
no esta bien. Y tenemos que encontrar algo mejor. Una vida que podemos vivir
plenamente y sin miedo. Una vida de amor real.
Y esto es lo que celebramos
con Ana Bertha y Reynaldo hoy día. Un amor ganado a un precio. Un precio de aos de buscar
a alguien quien los amaría mutuamente y plenamente. De buscar una relación de
cuidarse el uno al otro. En el caso de Ana, ella lo tuvo con su primer marido,
que en paz descanse, pero los dos han tenido un tiempo de no sentir este tipo
de amor mutuo hasta que se encontraron. Y cuando se encontraron, ¡guau! Se
querían casar de inmediato casi. Pero fue porque habían encontrado a la persona
quien lo o la iba a amar de la misma manera que cada uno quería.
Esto me hace pensar en Jesús.
¿Por qué? Porque el es la primera persona quien nos muestra como es el amor
divino. Esto podemos ver en el pasaje del evangelio de hoy, lo que llamamos una
descripción de el como “la puerta” y “el buen pastor.” Una puerta abre y
cierre. Y así una puerta simboliza tanto la bienvenida y la aceptación tanto
como la seguridad y la protección. Jesús es como una puerta que nos abre para
nosotros el camino a la salvación y ofrece su abrazo divino que nos acepta tal
como somos. No tenemos que ser mejores para que Jesús nos abre sus brazos a
nosotros y nos acepte como las ovejas de su propio redil. Pero también en Jesús
estamos protegidos. Si nos acerquemos a él, aunque nunca estamos completamente
protegidos del mal de este mundo, tenemos una protección y un compañero para
acompañarnos por las subidas y bajadas de esta vida. Esto también es aparente en
las buenas relaciones de parejas y amigos íntimos. Alguien que no nos puede
proteger de todo lo que nos trae la vida, pero quien va a estar a nuestro lado,
pase lo que pase.
También Jesús es el Buen
Pastor. Hay otros quienes entran a nuestras vidas solo para robar. Para robar
nuestro ánimo, para robar nuestro dinero, nuestras cosas o nuestra autoestima.
Ellos no son buenos para nosotros. Son los ladrones. Pero tenemos un Buen
Pastor quien siempre esta a nuestro lado, siempre nos cuida y siempre nos ama.
En los mejores momentos, nuestras relaciones de amor, familia y amistad
reflejan de una manera humana y limitada el amor expansivo del Buen Pastor.
En la primera lectura de hoy,
tenemos una visión de armonía. Dice San Lucas en el libro de los Hechos de
los Apóstoles: “Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus
bienes entre sí; vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el
dinero según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el
templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez
de corazón.” Que visión agradable y para estar honesto un poco extraño para
nuestros ojos a veces capitalistas. Aquí vemos la armonía que existe entre los
discípulos en la iglesia antigua. Pero creo que también puede ser una visión
para Ana y Rey. Cuando intercambian sus votos hoy, piensen en cómo vivir en
armonía y el apoyo mutuo. Cuando Rey recibe las arras y las comparta con Ana,
que los dos recuerden que ahora van a tener todo en común- sus hijos, sus
bienes, su vida. En salud y en enfermedad. En tiempos de abundancia y de
escasez. Que sean enriquecidos por los dones el uno del otro, y que el camino
adelante sea mas rico aun por ser compartido.
Y para cada uno de nosotros, que,
al ver proclamado estos votos, que podamos sentir el amor en nuestras vidas de
nuevo. Si es el amor de matrimonio, que renovemos nuestros votos con la pareja
feliz. Si es un amor de familia y amistad, que sienten renovados en este amor. Todos
deben tener amor en su vida, y hay amor para ti también. No vives una vida
robada. Esta vida es tuya. Estamos llamados a una vida llena de felicidad.
Amen.
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