Propio 11A + Amados, Discernimiento + 7.23.23
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Genesis 28:10–19ª; S. 139:1–11, 22–23; Romanos 8:12–25; Mateo 13:24–30, 36–43)
“Oh Señor, tú me has probado y conocido; * conoces mi
sentarme y mi levantarme; percibes de lejos mis pensamientos.”
Alene y yo hemos estado
mirando un programa de televisión llamado “The Chosen” por Dallas Jenkins sobre
la selección de los discípulos por Jesús. Como con cualquiera programa
religiosa, hace decisiones diferentes a las que yo hiciera, pero también trae
otros pensamientos nuevos. En un momento, Mateo, quien es muy interesado en las
matemáticas en esta versión, quiere vivir más en su corazón que en su mente y
quiere aprender de las sagradas escrituras. Así que pide de Felipe, quien es un
poco menos civilizado y un poco mas loco por haber vivido con Juan el Bautista
por un tiempo, pero quien conoce las escrituras, una escritura para aprender. Y
Felipe le dice que debe aprender el versículo 7 del Salmo 139:
“Si subiere a los cielos, allí estás tú; * si en el
abismo hiciere mi lecho, allí estás también.”
Me encanta el Salmo 139. Me
recuerda que soy admirable como una obra de Dios. Me dice que Dios me conoció
antes de que me nací. No importa como nosotros expresamos en este mundo, Dios
nos conoció primero y nos ama, exactamente como somos. No podemos pensar
nuestra manera afuera de su presencia de Dios, ni nos podemos separar de su
amor para nosotros.
Realmente somos los hijos de
Dios. San Pablo dice aquí a los Romanos: “Por este Espíritu nos dirigimos a
Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!» Y este mismo Espíritu se une a nuestro
espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios.”
Somos hijos e hijas de Dios.
Esto esta reafirmado en nuestro bautismo y cada vez que renovemos nuestros
votos bautismales. Sin embargo, hay cosas en este mundo. Cosas que pueden ser
dañinos para los hijos de Dios. Cosas que denunciamos cuando hacemos las
promesas del bautismo, como haremos en unos momentos para Jostin. Cosas que
parecen como algo bueno, pero no son buenos para nosotros.
Y de esto se trata lo que
habla Jesús en el pasaje de hoy. Se siembra la buena semilla del trigo. Y luego
viene un enemigo y se siembra la semilla de la mala hierba. Esta mala hierba es
de la planta cizaña o darnel, y puede ser venenoso por un hongo que crece en la
planta. Escuche que es muy difícil saber la diferencia entre el trigo y la cizaña.
Hasta que tiene un pie de altura, se ve lo mismo.
Primero, el enemigo. Muchas
personas piensan que esto es un poco distinto. Un enemigo que entra y trae caos
y desaparece. Hay algo misterioso y un poco teátrico en la descripción. Yo
pienso a veces que Jesús describe algo aquí sobre la naturaleza del mundo aquí.
Tenemos un mundo bueno, bello. Con mucha gente buena. Y debajo de todo esto,
hay fuerzas en el mundo que quieren causar daño a nosotros. Que quieren hacer
un truco sirviéndonos hierbas malas y venenosas en vez de trigo bueno y
nutritivo. Los que parecen amarnos, pero no pueden amar todo lo de nosotros y así
nos hacen sentir perdidos.
Lo difícil es tratar de
distinguir entre la semilla buena y las malas hierbas. Hay tantas películas de
horror que se enfocan en esta distinción. No son mis favoritos, pero hablan de las
fuerzas en este mundo que pueden corromper o destruir si no tenemos cuidado. Yo
pienso en las películas sobre los vampiros que hablan de “no dejar entrar” a
ellos. Parece una cosa un poco chistoso o tonto incluir cosas así en un sermón,
pero creo que hablan de una verdad. Hay cosas que no vemos, pero de cuales
tenemos que tener cuidado.
Pero Jesús nos recuerda en el
paisaje de hoy que a veces es muy difícil distinguir. Justo como la mala hierba
puede parecer a la buena, a veces en nuestra manera limitada pensamos que
alguien hace algo mal pero realmente solo lo hace diferente a nosotros y va a
compartir mucha fruta con el mundo. Entonces no debemos ser tan rápidos para juzgar.
Debo decir claramente que este pasaje no se trata de que si alguien esta haciendo
daño a otra persona. Eso nunca es permisible. Pero de esto no se trata el
pasaje tampoco- se habla de cuando vivimos al lado y no sabemos todavía.
El discernimiento viene en el
tiempo del juicio. Sugiero que no juzgamos a los demás de anticipación, pero tratamos
de crecer nosotros mismos en bondad. A veces crecemos al lado de otras plantas
buenas y a veces crecemos al lado de hierbas malas. Pero no juzgamos nosotros mismos,
pero confiemos que Dios hará esto y enfocaremos en nuestro propio camino.
Otra cosa para decir aquí –
queremos distinguir entre acciones y personas. No podemos juzgar personas de antemano,
pero si podemos juzgar acciones e invitar a los demás a ser y hacer mejores personas
y cosas. Tengo un ejemplo chistoso. Como saben, soy una mujer blanca
cis-genera. Recientemente transporte dos niños que por casualidad son personas latinas
y latina-asiáticas, y me hablaban de cuanto odian los “Karens” que ven en los
videos en línea. Por los que no saben, y con disculpas por cualquiera persona aquí
o leyendo esto llamado Karen, es una descripción de cierto tipo de mujer anglo
que es racista. Completamente entiendo porque la gente habla mal de “Karens” que
son así. ¡No es bueno o cool ser un racista! Sin embargo, yo hable con las
chicas sobre como debemos distinguir entre personas – no debemos odiar a un
grupo entero de personas (no se si esto es autoprotección porque viendo me, pueden
pensar que soy una Karen 😊). Pero debemos
tratar de llamar a personas a tomar acciones mejores. Si vemos alguien siendo
racista, podemos notarlo y especialmente gente blanca como mi podemos invitar a
la persona a pensar de nuevo y actuar diferente.
En el trabajo de Brené
Brown, ella habla de que, si hacemos personas sentir mal en si mismos, esto
trae pena que es dañino a todos. Pero si decimos, yo sé que tal vez usted es
una buena persona, pero esta acción no fue correcta, te invito a pensar en
actuar o responder de otra forma en el futuro, podemos ayudar a los demás a crecer
y ser mejor sin causar dolor o pena. Cuando aplicamos esto a nosotros mismos,
no nos juzgamos a nosotros mismos tan fuertemente porque sabemos que si
fallamos podemos pedir perdón de Dios y corregir nuestro alineamiento para
enfocarnos de nuevo en Dios y su camino.
Lo importante es saber que
todos estamos creciendo y luchando para hacer mejor. Al fin de los tiempos, Dios
juzgara, pero creo que Dios nos va a juzgar con amor, viéndonos con ojos de
amor, conociendo nuestras luchas personales. Dios separara el bien y el mal. Pero
creo que invitara a todos a hacer lo mejor. Que sentimos el amor de Dios y que
dejemos que ese amor luce a través de nosotros. Tal vez, viendo este amor, otros
van a saber que somos los niños de Dios. Que somos admirables por ser su creación.
Que somos parte de la familia de Dios, justo como sabemos en nuestro bautismo.
Y, ¿Quién sabe? Tal vez otros nos quisieran acompañar. Amen.
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