Lent 4 (A) + Vista verdadera + 3.26.17

(from christianitytoday.com)
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard

El hombre les contestó: — ¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada. Le dijeron entonces: —Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?  Y lo expulsaron de la sinagoga. (Juan 9:30-34)
El evangelio de hoy se trata, en parte, con qué tipo de vista es que más importa. Se trata de recibir la sabiduría de gente inesperada. Today’s gospel is in part questioning what true sight is and in part about who can share knowledge with us.
En un libro que yo estoy leyendo, llamado El Arte de escuchar los latidos del corazón por Jan-Philipp Sendker, hay un pasaje que se trata de lo que llamaos la ceguera. Hay un hombre joven llamado Tin Win quien habla con su maestro, un monje budista llamado U May, sobre la ceguera. Ambos se han convertido en ciegos físicamente, pero U May le explica a Tin Win que hay más que ver que no podemos ver con nuestros ojos. El pasaje va así:
“¿Por qué no se puede ver?” Le pregunto algún día Tin Win [a U May].
“¿Quién dice que no puedo ver?”
“Su Kyi. Ella dice que eres ciego.
“¿Yo? ¿Ciego? Es verdad que perdí mi vista hace muchos años. Pero esto no significa que estoy ciego.” Tomó una pausa y dijo: “¿Y tú? ¿Estas ciego?”
Tin Win pensaba. “Yo puedo distinguir la luz de la oscuridad, nada más.”
“¿Tienes un nariz para oler?
“¡Claro que sí!”
“¿Manos para sentir?”
“Seguro que sí.”
“¿Orejas para escuchar?”
“Por supuesto.”…
“Entonces, ¿Qué más necesitas?” Le preguntó U May. “La verdadera esencia de las cosas esta invisible a los ojos.”[1]
En los evangelios, la verdadera esencia de las cosas muchas veces no está visible a los ojos de una manera inmediata. In the gospels, the truth about things is often hidden from sight. Y vemos en este encuentro entre el hombre ciego, la gente a su alrededor, los discípulos y Jesús que aquí no es la vista de este hombre ciego que más falta, pero la vista interior de la gente. Uno imagina que él pudiera haber visto la realidad sobre Jesús aun sin su vista física. Pero de hecho, Jesús comparte con sus discípulos que él quiere ocupar la oportunidad para sanar la ceguera de este hombre para mostrar a la gente la verdad sobre el Reino de Dios. Pero ellos no lo pueden ver porque ellos piensan que este hombre es pecador. They cannot accept the once blind man’s testimony because for them, he is sinful. Él no es un testigo de honor, ellos piensan.
Este encuentro me hace pensar en la película “Concussion” (2015) con Will Smith. Él es un médico llamado Bennet Omalu, y en una de las primeras escenas lo vemos sirviendo como un testigo experto en una corte. Y la corte le pide como es que el pudiera compartir más información sobre el caso, como ha estado recurrido por un largo tiempo. Y le preguntan si el hasta tiene una licenciatura para practicar la medicina. Y el describe en detalle, muy suavemente, como no solo tiene una licenciatura para practicar la medicina, pero él tiene varias otras licenciaturas y títulos como un miembro respetado de su comunidad médica, y hasta tiene también una maestría en música. Porque Omalu es de descendencia africana, y porque él tiene una manera muy suave, muy tranquilo, o posiblemente porque si piel tiene color diferente, el viene a la corte como testigo experto pero si tiene que probar su propio valor como experto. Y él lo hace bien. Pero nosotros estamos recordados que hacemos a ciertas personas probar su valor. We make certain people prove their value, and others we expect to have wisdom to share. Y él tiene mucha sabiduría para compartir. En este caso, pero aún más en el caso de muchos jugadores del futbol Americano quienes están sufriendo como resultado de recibir concusiones.
Este hombre ciego también tiene algo que compartir con la gente. De hecho, su falta de vista puede haberlo ayudado a ver quien realmente es Jesús. Pero la gente a su lado no lo puede escuchar, porque tienen una idea en su mente sobre su valor.
En el primer libro de Samuel, vemos que Dios no vea como vean los seres humanos (16:7b). Nosotros vemos la apariencia externa, pero el Señor se fija en el corazón. God looks not on what is external, but on the heart.
En el libro que mencionaba antes, U May continua:
“A Nuestros órganos sensoriales les encantan llevar por el mal camino, y los ojos son los peores de todos. Dependemos demasiado en ellos. Creemos que vemos el mundo alrededor, pero solo vemos la superficie. Tenemos que aprender a ver la verdadera naturaleza de las cosas, su substancia, y los ojos son más un impedimento que una ayuda en esto. Nos distraen. Nos encanta estar deslumbrados. Una persona que depende demasiado en sus ojos descuida a los otros sentidos- y quiero decir más que sus sentidos de oído u olfato. Hablo del órgano dentro de nosotros para el cual no tenemos nombre. Lo podemos llamar la brújula del corazón.”
[2]
Este hombre ciego tiene una brújula de corazón bien afinado, y él puede ver mucho sobre Jesús y quien es aun mientras él todavía tiene que entenderlo mejor con su mente. Y todavía lo comparte con los demás de la manera que puede. We must try to have finely tuned heart compasses, too, to be able to see beneath the surface.
Somos los hijos de la luz, y la luz entra en nuestros ojos y nos permite ver. Pero Jesús nos llama a vivir en la luz de otra forma. Que dejemos que la luz de Cristo entre en nuestros corazones para alumbrarnos otro camino. Un camino que todavía no podemos ver. Más allá de estar deslumbrados por las distracciones del mundo. May God put God’s light in our hearts to see, too. Que Dios alumbra nuestros corazones para ver cómo y con quien el comparte la sabiduría, aun ahora, posiblemente a través de personas inesperadas; una sabiduría para ayudar a sanar el mundo.
Amen.



[1] Jan-Philipp Sendker, The Art of Hearing Heartbeats, trans. Kevin Wiliarty (New York: Other Press, 2006), 122-123. Traducción mía.
[2] Ibid. Traducción mía.

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