Guest Post~ Adviento 3 (C) + La Pregunta Milagrosa + 12.16.18
La Pregunta
Milagrosa
Sofonías 3, Isaías 12, Filipenses 4, Lucas 3
Iglesia de San Andrés, Ojai
La Rvda. Alene Campbell-Langdell
Sofonías 3, Isaías 12, Filipenses 4, Lucas 3
Iglesia de San Andrés, Ojai
La Rvda. Alene Campbell-Langdell
En las primeras
semanas de Adviento, nuestros ojos mentales están llenados con imágenes
grandes. En medio de promesas sobre un
descendiente de David que “establecerá la justicia y la rectitud en el país”
(Jeremías 33:15), también oímos que en
ese día, “La gente se desmayará de miedo al pensar en lo que va a sucederle al
mundo; pues hasta las fuerzas celestiales serán sacudidas” (San Lucas
21:26).
Hay un hombre en el desierto proclamando cosas
extrañas: “Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los
caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos” (Lucas
3:5). Estos son proclamaciones,
profecías, de que todo que conocemos como normal será cambiado. ¿Una persona con poder política que actúa con
justicia y rectitud? ¿Las fuerzas
celestiales del mundo natural (o del mundo político y social) sacudidas como un
árbol en una tempestad? These are strange visions in Advent as a grand
highway is opened to our view created from the dust of mountains and the
filling of valleys. ¿Pueden ver esa gran carretera que abre
precisamente en el lugar que antes estaba llenada con barreras montañosas? Estos son imágenes grandes y maravillosas,
pero también parecen un poco distantes.
Es difícil creer que todo el mundo va a cambiar de esa manera—tal vez
después de mi vida, en lo largo tiempo del futuro, algo
cambia, ¿pero ahora?
Una comentarista
que se llama Deborah Block, escribió unas palabras que me afectado. Ella dice, “Los profetas dicen lo que ninguna
persona quiere oír, lo que ninguna persona quiere creer.”[1] “Prophets say what no one wants to
hear, what no one wants to believe.” Ella continúa, “Tememos que Dios no
es en medio de nosotros y que los enemigos de lo bueno y de Dios están
ganando…. Aún más, tememos que Dios va a cumplir las promesas de Dios e
interrumpir la seguridad de nuestros miedos y la confianza y familiaridad de
nuestros enemigos con algo nuevo.”[2] En medio de las grandes imágenes del
Adviento, ¿temo más que las promesas nunca vienen o que sí, vienen pronto?
De cualquiera manera, son buenas noticias que traen los profetas a
nosotros esta semana. Dice Sofonías, “En
aquel tiempo actuaré en contra de todos los que te oprimen. Ayudaré a la oveja que cojea y recogeré a la
extraviada; convertiré en honor y fama en toda la tierra, los desprecios que
les hicieron” (Sofonías 3:19). Desde las
grandes imágenes del mundo externo, el profeta dirige a nuestro mundo
interior. The prophets tell us
that our internal wounds will also be healed.
Una grande carretera no
me hace ninguna ayuda si no puedo andar.
Así que, Dios habla por los profetas y prometa que la sanación extendía
más allá que el mundo afuera. Dios nos
prometa que las cosas que nos causan tropezar van a estar sanados. Nuestros temores, nuestras dudas, las
tinieblas que nos oprimen, todos van a estar sanados. We will walk upright without shame or
fear. Caminamos sin vergüenza ni temor
esta carretera que trae a los refugiados, los exilios, y todos los que quieren
venir a la grande comunidad de Dios.
Juan, el bautista,
los llama por nombre, esas cosas que nos tropiezan: ¡raza de víboras! Nuestros temores se retorcían adentro de
nuestras mentes y corazones. Conocemos
que no estamos listos de recibir a lo que viene. Ni el bebé en el pesebre, ni el cambio de
nuestro mundo, ni cualquier forma en que Dios viene la próxima vez. Entonces, gritamos con las voces de la
multitud, “¿Qué debemos hacer?” (Lucas 3:10).
¿Qué podemos hacer? Y la
respuesta habla a los que tienen poder y los no creen que tienen. A los que tienen poder, no lo abusan. Y a los que creen que no tienen, reconozcan
el poder que tienen para usarla por el bien de los demás. “El que tenga dos trajes, dele uno al que no
tiene ninguno; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene” (Lucas
3:11). No estamos llamados para nivelar
las montañas por nosotros mismos.
Estamos llamados extender nuestras manos a los que están alrededor para
decir a ellos las palabras de Isaías, “También ustedes podrán ir a beber con
alegría en esa fuente de salvación” (12:3).
Ese es la justicia que podemos hacer: haz que el mundo alrededor de nosotros
sea mejor que antes. Que las personas
que nos enfrentan día tras día comparten
con nosotros de las bendiciones que recibimos.
Y cuando los temores empiezan a retorcer otra vez en nuestros corazones,
confiamos que él que nivela las montañas
también puede dar la paz a nuestros corazones. ¡Regocijan!
Live without fear. Dios está en
medio de nosotros.
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