Propio 15 A + El poder de Dios + 8.23.20
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Éxodo 1:8-2:10, S. 124, San Mateo 16:13-20)
Dicen que detrás de cada
hombre fuerte hay a lo menos una mujer valiente. Y en las escrituras de hoy vemos
a mujeres valientes que vienen de los tiempos muy antes de Jesús, de hecho del
tiempo de Moisés. Y es en su fortaleza que vemos un antecedente de la fortaleza
y el sacrificio que Jesús mostro con nosotros, mucho antes de nuestro tiempo
actual.
En la historia que escuchamos
del libro de Éxodo, tenemos cinco mujeres valientes. Primero, las dos parteras
que, aunque en relación a Faraón no tenían poder, actuaron en contra de los
deseos de Faraón y dejaron vivir a los niños hebreos varones. Ellas no tenían
poder en sí mismas, pero en Dios tenían suficiente y más que suficiente poder.
Por estas siervas humildes pero fuertes, vino la salvación de Israel en el
nacimiento de Moisés. Y tres otras mujeres valientes- la mama de Moisés, la
hija de Faraón, y la hermana de Moisés, trabajaron juntas para salvar al bebe
quien más tarde llevara a su gente de la esclavitud hasta la libertad.
¡Hablamos del poder femenino aquí! Talk about woman power!
Y es esta larga historia de resistencia y de
escuchar a Dios y seguirle sin pensar en los obstáculos que vemos reflexionado
en la corta lectura del evangelio de San Mateo que escuchamos hoy. El estudio
bíblico “Un Tal Jesús” tiene una recreación de esta historia buenísima y me
gustaría describirlo.
Jesús está pasando un tiempo
afuera con sus seguidores y ellos están emocionados de escuchar y hablar sobre
el Reino de Dios. Y aquí viene un muy viejo hombre beduino llamado Melquiades.
Para explicar, y posiblemente recuerden ese nombre, este señor viene de la
misma línea de un sacerdote que bendijo al Padre Abraham, el padre de la nación
de Israel. En el libro de Génesis, Abraham salva a Lot de un pueblo y saca
cosas de ese lugar, dando una décima porción al sacerdote local llamado
Melquiades. Y Melquiades le bendice. Aunque no es de la nación de Israel, el
representa el sacerdocio original, un sacerdocio que Jesús nos muestra en su
vida.
Así que, en la historia de Un
Tal Jesús, un viejo beduino que representa no solo un pastor pero también una
vieja línea de pastores de gente- o sea
sacerdotes- viene a Jesús y le da su bastón. Es un bastón casi quebrado por
largo uso. Y él dice que Jesús es el nuevo pastor de las ovejas.
Y los discípulos empiezan a
hablar sobre este acontecimiento. Y describen como ellos creen que Jesús es el Mesías,
empezando con Pedro. En sus enseñanzas, sus sanaciones y milagros han visto que
él es su Salvador. Y al inicio el parece escéptico. Él les pregunta por qué
piensan así. ¿Quién dices que soy? Parece humilde o incierto. Pero posiblemente
solo quiere escuchar sus razones.
Y eventualmente él dice que sí,
ha visto que si ministerio se está cambiando desde la muerte de Juan el
Bautista. Que Dios le pide seguir el camino hasta el fin. Pero que, justo como
su bastón está casi quebrado, que él y ellos van a sufrir, y algunos, incluso
el, hasta morir, por causa del evangelio.
Pero a pesar del riesgo, el
humildemente lleva el bastón.[1]
Y esto me hace pensar. Como
cristianos, cada día Jesús nos pide que llevemos su bastón por un rato. No para
llevar todo su peso. No somos nosotros el Gran Pastor de las Ovejas. Pero si
somos sus seguidores y cada uno tenemos un deber a las otras ovejas a alcanzar
a ellos, y a tratar de cuidar a los demás.
Y esto no será sin
sufrimiento. Pero también hay grandes momentos de gozo. Y si caeremos, sabemos
que somos humanos. Pero si podemos reconocer que no es por nuestras fuerzas que
estamos salvados. Es por el poder de Dios. El poder que Dios mostró a
través de aquellas mujeres valientes en el libro de Éxodo, y el poder que Jesús
mostró en su vida, no solo enseñando
y sanando y haciendo milagros pero también en su muerte y resurrección. En este
momento actual, cuando los poderes del mundo parecen grandes- los males de
enfermedad, racismo, y fuegos en nuestro estado- que recordemos que el poder de
Dios es todavía más grande. Aun a través de vasijas que parecen tan débiles
como nosotros. Si llevamos su bastón y nos amemos uno al otro como Jesús nos
pide hacer.
[1] María y José Ignacio López
Vigil, “Un Tal Jesús- El Bastón del Mesías” https://www.youtube.com/watch?v=YfoEtoD0O_0 (Publicado Sept 20, 2012).
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