Propio 23 C + Volver a Sanacion + 10.9.22

 


M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Jeremías 29:1, 4–7; Salmo 66:1–11; 2 Timoteo 2:8–15; San Lucas 17:11–19)

Uno de ellos, al verse limpio, regresó alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilló delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre era de Samaria. Jesús dijo: —¿Acaso no eran diez los que quedaron limpios de su enfermedad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Únicamente este extranjero ha vuelto para alabar a Dios?

Hoy escuchamos la historia de una sanación. En general, ¡la sanación es una muy buena cosa! Pero tenemos que tener cuidado con este concepto porque personas con discapacidades a veces no han sido tratados bien porque los demás piensan que tienen que ser sanados. Pero siempre queremos sanar enfermedades graves. Así que, mientras recordamos que las personas con discapacidades o capacidades especiales deben ser valorados como son, recordamos también que hay muchos en el mundo sufriendo con enfermedades que necesitan sanación.

Pero en la situación en el evangelio de hoy, estas personas si necesitaban sanación. Según el podcast de Working Preacher,[1] probablemente sufrieron de una condición de la piel que no es lo que llamamos lepra hoy. Fue una condición, como eczema o rosácea muy mala, que dejó la piel de las personas como la de un muerto. Por razones de salud y ritual, la gente judía no podía tocar un cuerpo muerto sin ser impuro, y entonces por extensión estas personas parecieron impuros también. Tenían que mantener su distancia de la sociedad humana. Entonces esta sanación no solo les hizo sentir mejor en sus cuerpos, pero también los restableció a la comunidad. Podían vivir con sus familiares y amigos de nuevo.

Pero ese samaritano vea algo diferente. No solo esta sanado físicamente, pero algo cambia dentro de él espiritualmente. Se demuestra esto en el hecho de que el regresa a Jesús para darle las gracias. Y no solo hace esto, pero el literalmente cae a los pies de Jesús en alabanza.[2] Reconoce lo divino en Jesús.

Lo que me fascina aquí es que el hombre que vea a Jesús así es un samaritano. Como muchos de Ustedes saben, los samaritanos fueron casi enemigos de los judíos en el tiempo de Jesús. Aprendí algo sobre ellos recientemente. Originalmente fueron parte de la gente de Israel, pero en el tiempo del Rey Oseas, ellos fueron reubicados a Asiria. Vivieron en un contexto de muchas fes en Samaria allí. Empezaron a alabar al Señor mas otros dioses, y decidieron que solo aceptarían como escritura los primeros cinco libros de la Biblia Hebrea. También decidieron que tenían que alabar a Dios en Monte Gerizim en vez de en Monte Zion.[3] Esto fue parte de la tensión entre Jesús y la mujer en el pozo, pero ella también puede ver como Jesús nos lleva más allá de Gerizim y Zion y nos deja ver el Reino de Dios en todo lugar en su presencia. De la misma manera, este samaritano regresa no solo para dar las gracias a Jesús, pero también para alabarlo. Los otros leprosos van a sus sacerdotes en el templo y siguen el proceso normal de regresar a la sociedad. Pero posiblemente como el no pudo ir al mismo templo que ellos, el decidió regresar a Jesús para alabar. Este extranjero pudo ver la divinidad de Jesús. Posiblemente porque tenía un poco de distancia de la tradición judía, él pudo ver más de la naturaleza de Jesús. De nuevo, un extranjero nos muestra un camino a la fe.

¿Cómo relaciona este pasaje con nuestras vidas? También venimos ante Jesús hoy, sabiendo lo que es estar a una distancia de la sociedad. Volvemos a Jesús hoy pidiendo sanación. Cada uno tiene una razón diferente para pedir sanación. Y Dios quiere darnos esta sanación. ¿Pero con la sanación que recibimos, como vamos a responder? ¿Regresamos a lo que sabemos, o buscamos la cosa nueva que Jesús está haciendo en nuestras vidas? ¿Tomamos tiempo para alabar?

Cuando tomamos tiempo para alabar y celebrar las bendiciones de Dios en nuestras vidas, podemos también disfrutar mas de la vida que tenemos ahora mismo, aun mientras esperamos un mundo mejor.

En el pasaje de Jeremías de hoy, la gente está en exilio y aún no han visto la fruta de las promesas que Dios los ha hecho. Sin embargo, les dice Jeremías:

“Construyan casas y establézcanse; planten árboles frutales y coman de su fruto.”

Está diciendo a la gente que tienen que florecer y no caer en la desesperación. No han visto el cumplimiento de la promesa todavía, pero lo verán. Tienen que vivir en abundancia ahora. Esto me hace pensar en el viejo cuento de Martin Lutero. Dicen que él dijo “Aun si yo sabia que el mundo terminara mañana, todavía plantare un manzano hoy.”[4]

Hoy día, plantamos un árbol de esperanza en nuestros corazones, aunque hay personas a las que decimos adiós por ahora.
En la misa en inglés, decimos adiós por ahora a unos compañeros, Bill y Dale Belcher, quienes están mudando a Washington. También demos la bienvenida a su nieto que va a vivir aquí. También hoy dedicamos la misa en honor del padre de Mabel, José Campos, en el duodécimo aniversario de su fallecimiento. Sus familiares han dicho adiós, aunque solo por un tiempo.

Estas personas nos muestran cómo vivir una vida buena. Como celebrar los que tenemos a nuestro alrededor, y como celebrar la sanación y las bendiciones que recibimos. Mientras que esperamos un mundo mejor. Nos mantenemos al tanto con los vivos y demos gracias por esta comunidad que nos ha mostrado ejemplos de fe que nos animan a vivir nuestra fe mejor cada día.

Amen.



[2] Hamm, Dennis. 1994. “What the Samaritan Leper Sees: The Narrative Christology of Luke 17:11-19.” The Catholic Biblical Quarterly 56 (2): 273–87. https://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=ip,sso&db=lsdar&AN=ATLA0000884401&site=ehost-live.

 

[3] Ezigbo, Victor I. The Art of Contextual Theology: Doing Theology in the Era of World Christianity. Cascade Books. Kindle Edition.

 

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