Liturgia de los Ramos y de la Pasión (Año C)


M. Campbell-Langdell+
4.14.19
Imaginen el escenario.  Las canciones ya se han desaparecido del aire.  Todavía sienten en el aire la electricidad de su momento de entrada en Jerusalén.  Jesús está solo. Él está solo con sus ideas diferentes, su manera diferente de ser un Mesías y rey diferente.  Pronto estará rechazado su rey, su bendito Mesías.  Las canciones van a convertir en gritos violentos.    
Imagínenlo allí, solo. Vea nuestro rey humilde como el hombre que es en aquel momento.  Sus amigos estarán con él muy pronto, pero él también sabe que ellos no van a poder caminar todo el viaje consigo. 
Con las pérdidas de Millie Whiting y Walt Powell en las semanas recientes, he estado pensando en la muerte, aun mientras pienso en la promesa de la resurrección. Los que están conscientes de que la muerte viene para ellos muy pronto a veces enfrentan a esto con una dignidad.
Estas memorias me hacen recordar de otros momentos que pase cuando fui un sacerdote muy nuevo. El viejo sacerdote que conocí en Riverside estaba muriendo, y me platicó de su vida cuando estábamos en el patio. Y él no tenía miedo de irse. Solo tenía unas historias para contarme. Tampoco lo tuvo Millie, y tampoco Walt. Ellos sabían que iban a ir a su Señor.
Ellos no temían porque saben que tienen a Cristo.  Jesús también sabe que va a morir.  Sabe que va a pagar el precio de mostrarnos el Camino del Amor.
Su entrada en Jerusalén es un acto peligroso que le abre a recibir el cargo de decir que es un rey, el Mesías, el hijo de Dios, todos los nombres que ellos van a levantar en contra de el en muy poco tiempo. Bendito el que viene en el nombre del Señor. 
Así que Jesús se enfocaba en las relaciones con sus discípulos. En estar con ellos y en enseñarlos de su amor.  Van a recordar su enfoque en las amistades el jueves cuando lavamos los pies y compartimos la cena del Señor.  También enfocaba en compartir su Palabra, que es vida. Unas palabras que continúan de instruirnos y nutrirnos en nuestra fe. 
Asi que escuchamos bien a las palabras que siguen.  Traten de escuchar muy atentos a la historia que sigue.  Este es el cuento de un hombre que sabe que va a morir, y quien enfrenta a la muerte sin temor, porque nosotros sabemos el fin de la historia.  Pero no saltamos allí todavía. 
Estamos atentos a este hombre que enfrenta a su muerte.  Mediten en su palabra, mientras tratamos de estar en una relación aún mejor con nuestro Señor.    Y recuerden que la muerte no tiene la última palabra en el cuento.


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