Propio 7A + Abre su corazon + 6.25.23

 


M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Génesis 21:8–21; Salmo 86:1–10, 16–17; Romanos 6:1b–11; San Mateo 10:24–39)

Recientemente, un amigo me regaló un libro sobre enfocar en solo lo esencial como una manera para tener una vida productiva. Se llama Essentialism por Greg McKeown y en la primera parte el habla sobre las prioridades que tenemos como individuos y organizaciones. Él dice que históricamente, en el idioma inglés a lo menos, una prioridad significaba una sola cosa- literalmente la cosa antes del momento en el que uno estaba. Pero tras el tiempo, hemos decidido tener varias “prioridades” y en tener tantos perdemos la oportunidad de hacer grandes cosas con un solo enfoque.

Si me conocen, saben que tengo dificultades con encontrar un solo meta porque me gusta estar abierta a varios proyectos y necesidades parroquiales. ¡A veces quiero hacer todas las cosas! Pero pienso que el evangelio de hoy nos invita a pensar en prioridades.

En el evangelio de hoy, Jesús dice: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no merece ser mío; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no merece ser mío; y el que no toma su cruz y me sigue, no merece ser mío.” Aquí, el pide que ponemos a Dios en primer lugar. Es un pasaje difícil porque por supuesto que nos amamos a nuestras familias, pero el pide algo difícil. El pide que pongamos a Dios en primer lugar, como una prioridad antes de nuestras familias.

Uno de mis compañeros en interpretación de las escrituras dijo esta semana que tal vez Jesús dice esto porque si no ponemos a Dios en primer lugar, resulta que ponemos a nuestra familia en primer lugar. Que al inicio no parece mala cosa. Pero lo que resulta es que, en poner a nuestra familia en primer lugar, siempre pensamos en nuestra familia y no en nuestro vecino. Enfocamos en nuestra tribu de sangre. Jesús nos invita a priorizar a nuestra familia de Dios. De cuidar a nuestra familia, sí. Pero también de pensar en los demás, no solo en los que están más cercas de nosotros.

Porque si no, vemos el abuso de otros seres humanos. Pensando en la celebración de Juneteenth esta semana, yo leí esta escritura de Genesis de otra forma. La semana pasada vimos la hospitalidad y generosidad de Sara, pero esta semana vemos como ella solo piensa en sus relaciones de sangre. Ella quiere echar a Agar y Ismael. Y ¿Por qué? ¿Por una burla de la dueña de la casa? ¿Porque se siente arriesgada en tener otra persona que pudiera compartir la herencia con Isaac? Este no es el momento más generoso de Sara. Uno aun diría que este momento muestra como ella abusa su privilegio como una persona en poder. Aunque ella había apoyado a la relación entre Agar y Abraham cuando ella pensaba en sí misma como una persona estéril, ahora ella elija su familia y casi quiere dejarlos a Agar y Ismael para morir, a lo menos el niño, quien es tan pequeño y débil.
Pero lo que Dios hace aquí es sorprendente. Porque sabemos que Dios ama a Abraham y Sara, pero aquí el vea la injusticia. Y él se va a Agar y dice: “¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, porque Dios ha oído el llanto del muchacho ahí donde está. Anda, ve a buscar al niño, y no lo sueltes de la mano, pues yo haré que de él salga una gran nación.» Y después de esto, ella vea un pozo y ¡Ismael puede beber y sobrevivir!

Dios ama a Abraham y Sara, pero ama también a Agar e Ismael. Y esto es lo interesante. Cuando ponemos a Dios en primer lugar, abrimos nuestros corazones a nuestros vecinos también. A toda la creación- nuestros vecinos humanos y animales también. Sabemos que no podemos vivir solo para nosotros mismos, ni para nuestras familias solamente.  Pero tenemos que vivir para los demás también.
No podemos hacer todo. Pero cuando abrimos nuestros ojos tal vez podemos ver las necesidades que nos rodean. Podemos responder a personas que no conocemos como si fueran de nuestra familia.

Tenemos una historia como país de hacer el opuesto de esto. El sábado pasado escuche a Cindy Morales describiendo la historia de la Colonia aquí en Oxnard. Ella dijo que desarrollo ese vecindario porque los trabajadores mexicanos no fueron permitidos vivir en otras partes de Oxnard. Por esto se convirtió en una parte de Oxnard rica en cultura, pero también a veces desproporcionadamente afectado por la violencia. Porque no había opciones para los jóvenes adultos. Fue un ejemplo de cuando los que planeaban nuestra cuidad pusieron una “línea roja” alrededor de cierto vecindario para mantener adentro ciertas personas, o tal vez afuera de otros vecindarios otras personas. Obviamente ahora en Oxnard tenemos comunidades más diversas, pero para algunas familias los efectos de discriminación siguen.

Cuando vemos que estamos haciendo mal, tenemos que cambiar nuestras acciones. Asi que dice San Pablo: “Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado?” La respuesta es no. Y sabemos que el racismo es un pecado de nuestro país, y ahora que sabemos más podemos actuar mejor.

Tal vez no a todo al mundo le gustaría esta idea. De hecho, vimos un gran grupo el 6 de enero de 2021, muchos de los querían mantener el poder en manos euro-americanos. Pero en el otro lado hay personas de buena voluntad que ven la riqueza que hay en la diversidad. Personas que saben que iglesias como la nuestra, iglesias que contienen diferentes culturas y tradiciones, son el futuro. Y es una buena cosa. Esta diversidad nos hará mejores personas. A veces hay un sentido de perder algo, pero sabemos que a veces hay que morir a uno mismo para ganar la vida en Cristo.

Así que, no nos desanimemos por un mundo que nos dará dificultad por seguir a Cristo. Pero nos animemos, sabiendo que somos valorados y amados por Dios. Cristo dice: “En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza él los tiene contados uno por uno. Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos.” En poner a Dios en primer lugar, podemos abrir nuestros corazones a los demás y eventualmente nos diéramos cuenta de que todos somos hermanos y hermanas en Cristo. Amen.

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