Propio 20A + Ultimos-primeros + 9.24.23
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Éxodo 16:2–15; Salmo 105:1–6, 37–45; Filipenses 1:21–30; San Mateo 20:1–16)
“Los que ahora son los últimos, serán los
primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”
Estas palabras no solo son lo
que aparecen al fin de este pasaje, pero también son las ultimas palabras antes
de este pasaje de hoy, haciéndonos saber que Jesús realmente quiere que
nosotros los escuchamos. Pero me hacen pensar: ¡El Reino de los Cielos no es un
lugar de igualdad!
Ahhh… el sentido de la
justicia. ¿Quién aquí tiene hermanos o hermanas? Yo recuerdo que, de niña,
¡siempre decía “No es justo!” cuando mi hermano menor recibió algo que yo no recibí.
Mi mama quería darnos todo igual pero no fue posible. Y cuando yo hablo con
otros padres de múltiples niños, siempre dicen que tienen que tratar cada niño
diferente dependiendo en sus necesidades. Una mama recientemente me dijo que
uno de sus hijos es gruñón, el otro es luchador, el otro es un bromista, la otra
insolente, etcétera. ¡Yo empezaba a sentir que me estaba describiendo los siete
enanos de Blancanieves! Y esto es un poco como es entre nosotros y Dios. Dios
sabe que cada uno de nosotros necesitamos algo diferente.
Y de esta manera, el Reino de
los cielos no se trata de igualdad, sino de equidad. ¿Cuál es la diferencia? El
otro día escuché que la igualdad es donde todos obtienen lo mismo, pero la
equidad es donde cada persona obtiene lo que necesita para tener igual acceso a
un bien social. Una imagen clásica de esto muestra dos imágenes una al lado de
la otra. En estas dos imágenes, hay un conjunto de tres personas, uno un
adulto, otro un niño y otro una persona más pequeña en silla de ruedas. Y están
en un juego de pelota junto a una cerca. En la primera imagen, que muestra la
equidad, para poder ver el juego, a todos se les ha dado una caja para pararse.
El adulto está más alto de lo necesario para ver el juego en el bloque, el niño
apenas puede ver con un bloque debajo y la persona en silla de ruedas está al
lado del bloque mirando la cerca y no puede ver. A todos se les ha dado lo
mismo, pero no todos tienen acceso para ver y disfrutar el juego. En la imagen
que muestra la equidad, el adulto no tiene un bloque debajo, pero puede ver. El
niño tiene dos bloques debajo y puede ver bien, y hay una rampa en la que la
persona en silla de ruedas ve el juego. El segundo es la equidad. No a todos se
les ha dado lo mismo, pero todos tienen acceso a participar en el pasatiempo de
disfrutar del béisbol. O si lo prefieres, ¡fútbol!
De manera similar, veo la
parábola de hoy como una de equidad más que de igualdad. Los primeros llegan
temprano y trabajan un día completo, a veces bajo el calor del sol. El segundo
grupo se reúne sobre las nueve y trabaja bastante, lo que llamaríamos un día
completo de trabajo. Y otros grupos son reunidos y enviados a la viña al
mediodía, a las tres y hasta a las cinco de la tarde, casi al final del día.
Entonces, al final del día, ¿qué pasa? Los que entran últimos reciben primero
el pago completo, seguidos por los demás hasta que todos hayan recibido el
pago. Pero aquellos que trabajaron muchas horas en el calor esperan una
bonificación y obtienen la misma. Al principio parece bastante injusto. Y el
dueño los pregunta: ¿Es que te da envidia que yo sea bondadoso?" Un
comentarista señaló que en realidad dice “¿tienes mal de ojo porque soy
generoso?”[1]
Señala que no es bueno compararse con los demás. Cada uno obtiene exactamente
lo que necesita, ni más ni menos.
Como parábola de igualdad,
este mensaje es terrible. ¿Por qué Jesús es tan discriminatorio contra los
primeros trabajadores? Simplemente no parece correcto. Pero si lo vemos desde
el punto de vista de la equidad, empieza a tener más sentido. Pienso en esto en
términos de igualdad de acceso a la dignidad: a todos en esta parábola se les
da la dignidad de recibir el pago diario por presentarse y trabajar. Los
primeros trabajadores fueron los que eran jóvenes, fuertes y capacitados. Se
habrían sentido ofendidos si hubieran trabajado un par de horas y hubieran
recibido el salario diario. Necesitaban trabajar y dejar de molestar a sus
familias. ¡Tenían energía para quemar! Los otros grupos pueden haber sido los
más flojos, pero tal vez necesitaban hacer más en casa para ayudar a un
familiar enfermo o a un hermano mejor, o ir a buscar agua al pozo, o caminar
una buena distancia para llegar a la plaza. Quizás cada uno de ellos hizo lo
mejor que pudo y se presentó lo mejor que pudo. Quizás el último grupo quería
trabajar, pero padecía enfermedades físicas y lo que podían hacer era que los
llamaran al viñedo al final del día para trabajar un poco. Si pudiera tomarme
la libertad, podría agregar un grupo que ni siquiera pudo venir a la viña pero
que fue reconocido por compartir su sabiduría con los trabajadores o compartir
cualquier don que pudieran, incluso si no era trabajo físico. ¿Y que tal si los
que vinieron después dieron un descanso a los que estaban trabajando antes en
el calor del dia? Tal vez necesitaban un descanso. Cada uno obtiene justo lo que necesita.
Así que aquí hay buenas
noticias y un desafío. Primero, el desafío. Deja de compararse con los demás,
parece decir Jesús. No te pongas mal de ojo porque otra persona parece tener
más que tú, o haber obtenido más por lo que hizo de lo que tú obtuviste a pesar
de que trabajaste más duro. Mas tarde en Filipenses, en capítulo 2, versículos 3-4
dice: “No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada
uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno
busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros.” El chiste
curioso del evangelio es que cuando podemos ver que nuestro hermano en Cristo
es bendecido, incluso si su bendición parece más que nuestra bendición, y
podemos regocijarnos, entonces encontraremos gozo. Encontramos gozo no sólo en
satisfacer nuestras propias necesidades, sino también en ver a los demás
bendecidos. Puede que seamos los últimos, pero nos sentimos los primeros.
Volviendo a la imagen, el
adulto que está mirando el partido de beisbol pierde algo. Tenían un bloque
sobre el cual pararse y lo entrega la niña, y tal vez ayudan a construir la
rampa para la persona en silla de ruedas. Pero me gusta pensar que son más
felices en esa versión. Porque todos pueden disfrutar del juego juntos.
Y eso me lleva a las buenas
noticias. Dios sabe lo que necesitas y te lo dará. ¡Dios es generoso como el dueño
de la finca aquí! Si te esfuerzas en Cristo por seguir a Dios y haces tu parte,
tus necesidades serán satisfechas. Así que no nos afanemos por las cosas
terrenales. Dios nos tiene. Tú haces tu parte y la otra fluirá. Quizás cada uno
de nosotros también nos encarguemos de ayudar un poco a los demás, en la medida
que podamos. Construir una rampa, regalar nuestros bloques para pararnos si nos
sobra. Pienso en cómo Beto armó la cama nueva de Rowena para que no se cayera.
Esto puede ser físico o metafórico. Porque cuando todos sean tratados con
dignidad, cuando la pasión por la justicia se atempere con el amor al prójimo,
cuando vayamos más allá de la igualdad básica y avancemos hacia la verdadera
inclusión de todos, ¡veremos el Reino en acción! ¡Luego comeremos nuestro pan
de cada día y veremos el juego juntos y disfrutaremos! Alabado sea el Señor.
Amén.
[1]
Sermon Brainwave for Sept 24, 2023: #922:
17th Sunday after Pentecost (Ord. 25A) – Sept. 24, 2023 - Working Preacher from
Luther Seminary.
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