Prop 12 B + La humanidad compleja + 7.28.24
La Humanidad Compleja
Propio 12B, Juan 6, Efesios 3, 2 Kings 4
Iglesias St Paul’s Emmanuel, Santa Paula y
Todos los Santos, Oxnard, el 28 de julio del 2024
Por la Revda. Alene Campbell-Langdell
En
su libro It’s Not You, It’s Everything o en español, “no es tu, es todo,”
el autor Eric Minton cuenta de cómo, después de la muerte de su tía abuela se dé
cuenta de que ella no vivía de acuerdo a las creencias que ella expresaba. En
particular, ella bebía alcohol e hizo apuestas, aunque su religión estaba en
contra de esto (nosotros estamos un poco mas flexibles). Mientras que lucha con
la dicotomía entre sus creencias y su vida, se de cuenta de que anticipar la perfección
en su mismo o en otros es una forma de violencia. Él dice:
Mi tradición de la iglesia bautista del
sur nunca me ayudó a estar bien con mis propias incoherencias y las de
los demás. Nunca me ayudó a ser una persona, porque las
personas son complicadas…. Condensando la vida, la gente, la fe, incluso un
Dios quien se convirtió en un ser humano en algo consumible que inmediatamente podemos
o aceptar o rechazar, amar o condenar, en que podemos creer o dudar … [es] “una
forma de violencia” en que nunca nos dejamos convertirnos con gracia en – como yo
fui por la vida de mi tía abuela – una persona “abrumada por su complejidad.”[1]
El
sigue, notando que el llamado a ser “perfectos” como nuestro Padre celestial en
el evangelio de San Mateo es mejor traducido como “completos.”
Aun la palabra para “perfecto” en hebreo,
la lengua materna y religiosa de Jesús, es la palabra shalom, que,
traducido con un criterio amplio, significa este mismo sentido de paz, completitud,
y el sentido de estar en casa en el mundo. Sea completo, sea bien, sea en paz
con este mundo complicado, así como tu padre celestial esta completo, bien y en
paz con un mundo complicado.[2]
Yo
no se de ustedes, pero yo vivo en un mundo en el cual la gente es compleja, la
humanidad es compleja y el mundo es complicado. Casi quiero empezar cada
platica que tengo sobre las noticias o con las personas en mi vida con una
advertencia, “no es tan sencillo.” Aun así, es difícil vivir en un mundo donde
nada encaja en simples casillas. Y esto no es un fenómeno nuevo. El pasaje de
la carta a los Efesios hoy culmina la primera mitad del libro en una oración bella
y elevada sobre el amor. Esta oración sigue un discurso sobre como Cristo ha
unido a los judíos y gentiles en una sola familia. El amor de Cristo ha hecho
lo que pareció imposible- ha traído la paz entre comunidades que se odiaron.
Algunos
eruditos han sugerido que la lectura del Efesios de hoy, esta oración tan bella,
tal vez fue prestado de una liturgia bautismal que entonces esta en uso. Mientras
lo leo, escucho otra oración que oremos cada domingo, la que Jesús enseñó a
sus discípulos. No sabemos cuál texto fuente uso el autor para esta oración en
particular, pero me gustaría explorar la posibilidad de que el Padrenuestro fue
una de las bases de esta oración. La oración inicia con una descripción del
autor arrodillándose delante del Padre “de quien recibe su nombre toda familia,
tanto en el cielo como en la tierra” (Efesios 3:15). El espíritu de Dios mora
en nosotros interiormente para hacer el trabajo de Dios en el mundo y Cristo se
convierte en el pan diario para nuestros corazones. Hay una profundidad y
sutileza en leer estas dos oraciones juntos que yo recomiendo. Sin embargo, cuando
se pone los dos de manera paralelo, la frase “no nos dejes caer en tentación” forma
un paralelo con la oración en Efesios de tener el poder de “comprender con todo
el pueblo santo cuán ancho, largo, alto y profundo es el amor de Cristo” (Efesios
3:18-19). A primera vista, no caer en tentación y comprender lo profundo que es
el amor de Cristo no parecen ligados. Sin embargo, si recordemos que el
contexto de esta carta a los Efesios es que hay dos comunidades que se han
unido a pesar de siglos de animosidad. ¿Qué tal si el autor dice que la tentación
para los Efesios (y tal vez para nosotros) es poner limites en el amor de
Cristo? Tenemos que ver un vistazo de lo grande y amplio que es. Necesitamos
que nos quedemos sin aliento ante su inmensidad. Necesitamos sentir humildes
ante su habilidad de alcanzar aun los que consideremos como fuera de la
posibilidad del amor.
Estoy
intrigado por la muchedumbre en el evangelio de hoy. Aquí la muchedumbre sigue
a Jesús esperando mas milagros. ¿Quiénes son? Y ¿porque hay gente que esta
esperando que alguien le de comida? Me hace pensar sobre las muchedumbres. ¿Qué
los atrae? Eventos deportivos, actos electorales, conciertos. Estas
muchedumbres no se tratan de la fe, pero tampoco era tan piadosa la gente en
estas historias bíblicas. La gente simplemente está ahí y en necesidad.
Visto
a esta manera empezamos a entender este momento tan extraño en el evangelio cuando
Jesús se aleja de la multitud, no porque lo quieren matar, como en otro evangelio,
pero porque lo quieren convertir en un rey. Tal vez nos preguntamos en nuestro
mundo después del cristianismo establecido en las naciones, que hay de mal en
hacerlo un rey a Jesús. What’s so wrong with making Jesus a king? ¿No es cierto
que tenemos un domingo de “Cristo Rey” que celebramos cada año?
Pero, ¿Qué tal si la tentación de convertir a Cristo en un Rey es la tentación de
hacer el trabajo y el amor de Cristo en algo menos de lo que realmente es? En nuestro
contexto complicado en este país, una mitad del país cree que la otra mitad del
país realmente quiere destrozar todo lo que apreciamos. ¿Tal vez nuestra
oración de no caer en tentación nos ayuda a recordar que no somos nosotros los
quienes decidan a quien le dé la comida? Porque si nosotros hacemos a Cristo Rey,
mantenemos el control, y sentimos que el poder y el reino pertenecen a
nosotros. Nos convertimos en otro entretenimiento, otro espectáculo que es una
lucha para el poder. Controlamos a quien se da de comer y a quien no.
Tal
vez es por esto que es tan claro en esta historia que nuestro don es tan pequeño,
tan parcial. “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados;
pero, ¿qué es esto para tanta gente?” (Juan 6:9). Si la tentación en un lado es
hacer demasiado pequeño el amor de Cristo, la tentación al otro lado es hacernos
a nosotros demasiados grandes. No somos nosotros los quienes van a dar de comer
a la multitud. Es Dios quien hace esto. Simplemente traemos lo que se nos ha sido
dado. Un porcentaje pequeño de nuestro dinero en los platos de la ofrenda. Un
poco de comida. Una palabra amable. Es algo tan pequeño que parece ridículo
ante la hambría del mundo, pero tal vez esto sea el punto clave.
Este
mensaje del amor, este pan que ofrece Jesús, es para todos. No hay ningunas
personas con información, ni personas ajenas. Nadie ha ganado la perfección. El
único poder que hay en el reino de Cristo es el poder del amor. Y ese amor es
tan amplio que en las palabras del salmista satisface los deseos de cada ser
viviente (S. 145:16). En fin, nosotros somos los quienes necesitan tomar un
asiento para comer. Tal vez nos sentimos ansiosos de vez en cuando con Felipe, preguntando
como tantos comerán. Pero confiemos que, cuando Dios nos ha satisfecho con este
amor que sobrepasa nuestro entendimiento, nuestra pequeña ofrenda será suficiente.
Confiemos que no solo comeremos, pero que nos encontremos en paz, en paz con
nuestra humanidad compleja, y con nuestros vecinos también. Amen.
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