Pascua 5 A + Deja de susurrar + 5.7.23

 

D Glyer

M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Hechos 7:55–60; Salmo 31:1–5, 15–16; 1 San Pedro 2:2–10; San Juan 14:1–14)

Jesús dijo a sus discípulos: «No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí.”

“Y sabrán que somos cristianos por nuestro amor.”

Escuché dos frases sobre el amor esta semana. Uno me pareció triste, y el otro como un desafío. Un amigo, haciendo referencia a la canción “Sabrán que somos cristianos por nuestro amor,” dijo que le molesta escuchar la canción porque él no sabe si es la verdad. El mundo no siempre vea el amor cristiano ahora. Hay muchos cristianos que están apoyando cosas que parecen ser lleno de odio, o de falta de comprensión de otros grupos, si son gente gay, inmigrantes o poblaciones de color.

Luego escuché esta otra cita, de autora y activista Marianne Williamson.

“El odio ha hablado tan fuerte durante tanto tiempo.

La codicia ha hablado tan fuerte durante tanto tiempo.

Los mentirosos han hablado tan alto durante tanto tiempo.

El amor tiene que dejar de susurrar.” (Facebook, traducido al español).

Guau, esto me chocó. Porque pienso en nuestra iglesia. Que es inclusiva, amable y multicultural y hasta intercultural. Y yo pienso que estamos hablando en una voz normal. Pero ¿estamos susurrando? Me hizo pensar que quiero hablar mas fuerte sobre el amor y ayudar a los demás.

No quiero mirar desde fuera. Quiero ser parte del amor en acción.

No se si han notado esto sobre la lectura de la muerte de Esteban. Aquí vemos uno de los primeros diáconos y primeros mártires muriendo. Pero hay un momento en que él vea la Gloria de Dios, y habla sobre esto. Y los que lo quieren matar tienen que tapar sus oídos para continuar con su acción. No pueden escuchar sobre el amor y la presencia de Dios, porque su acción viene del odio y del temor.

Y ¿Qué tal de nosotros? ¿Estamos mirando desde fuera cuando los que son como Esteban de este mundo están sufriendo? ¿Tapamos nuestros oídos, o nuestros ojos? Imaginamos no solo los que los apedrearon, pero los que estaban allí presentes. Los como Saulo quienes tal vez animaban a los que atacaron a Esteban. Tal vez ellos fueron afectados también. Pienso que tenia un impacto en Saulo. Que, al ver su fe de Esteban, fue conmovido. A ver la fe de Esteban y su relación tan intima con Dios, y también como perdonó a los que lo atacaron. Sabemos que este Saulo es el mismo Pablo quien más tarde compartirá las buenas nuevas de Jesús por todos lados y quien será uno de los padres de la iglesia antigua.

Tiene que haber estado conmovido por esta experiencia, aunque su conversión fue mas tarde. Porque uno de los lugares más impactantes para mí en Jerusalén fue en la gruta debajo de la Iglesia Ortodoxa de Esteban afuera de los muros de Antigua Jerusalén. Esteban fue echado de la ciudad y apedreado. Pero ese lugar oscuro brilla con la luz de la fe de Esteban. En sus muros hay pinturas de la vida y muerte de Esteban. Y una cosa maravillosa que me impactó mucho fue una imagen de la cara de Jesús en las nubes. Yo imaginaba a Esteban, mirando hacia Jesús y encomendando su alma a Dios. Me hizo llorar, imaginar su fue tan profunda en esta gruta llena de las velas de los fieles.

¿Quiénes son como Esteban en nuestro mundo? Tomás le pide a Jesús que le muestre el camino al Padre, pero sabemos que el camino es a través de Jesús. Y el camino es mostrando amor. Mostrar amor unos a otros y a aquellos que Dios nos ha dado. Así es como hacemos obras mayores. No porque seamos mejores que Jesús, o porque podamos hacer cosas más impresionantes. Sino porque si todos los cristianos podemos trabajar juntos por amor, seremos una fuerza imparable.

¿Cómo hacemos esto? Sugiero que primero, no tapamos los oídos. Podríamos estar tentados, en el abrumador ciclo de noticias, a cerrar los oídos. Y, por supuesto, para nuestra cordura a veces necesitamos un descanso de las noticias. Pero sobre lo que leemos, debemos seguir orando. Debemos actuar, aun si es de la manera más pequeña que podamos. A veces solo a través de la oración, pero a veces haciendo un pequeño acto de amor y misericordia. Pero todo comienza simplemente con no taparnos los oídos para que podamos dejar entrar la experiencia del otro. Entonces, podemos escuchar acerca de la gracia de Dios, incluso cuando no es lo que esperamos escuchar. No puedo decirte cuántas veces la gente me ha predicado a mi sobre la abundancia cuando esperaba predicarles a ellos sobre la escasez. Dios es más grande que nuestra imaginación. Debemos repetirnos eso a nosotros mismos y mantener nuestros oídos y corazones abiertos.

En segundo lugar, debemos actuar en amor. ¿Qué pasaría si una sola persona hubiera impedido que una persona le tirara piedras a Esteban? ¿Qué pasa si vemos a alguien siendo atacado verbalmente o de otra manera y podemos decir, “no, eso no está bien”? ¿Qué pasa si no demos pena a alguien, sino que los llamamos a dar lo mejor de sí mismos? “Oye amigo, puedo ver que estás enojado. Pero (fulano de tal) no merece esas palabras. ¿Le puedo ayudar en algo?" ¿Qué pasa si oramos por los necesitados cuando los pasamos en la autopista o leemos sobre ellos en el periódico o en línea? ¿Y si somos parte de la solución? Pienso en nuestros amigos que están en el Swap Meet cada último domingo ayudando a los inmigrantes a conocer sus derechos. Cada paso que damos para ser parte de la solución, para ser las manos visibles del amor, es poderoso. Y nunca se sabe cuándo un Saulo está mirando quién será una parte aún mayor de la difusión de las buenas noticias.

Ahora, seré honesto. Esto es algo agotador. Hablando de algo semejante en su libro See No Stranger: A Memoir and Manifesto of Revolutionary Love (2020), Valarie Kaur reconoce que este trabajo es cansador. Pero ella dice: “La buena noticia es que no necesitas sentir empatía todo el tiempo. El amor no es un torrente de sentimientos. El amor es un dulce trabajo. Lo que importa es el trabajo que hacen tus manos. Entonces, respire y descanse y, cuando esté listo, vea si puede preguntarse sobre el mundo solo un poco, lo suficiente como para presentarse al trabajo de estar presente en esto mundo un día más. Deja que la maravilla te sorprenda (págs. 59-60)”. Esto me hace pensar en una imagen que me contó Rev. Alene de un coro manteniendo una sola nota por un largo tiempo. No es que este coro deja de respirar durante este tiempo, pero tomen turnos para respirar y mantener el sonido. Nosotros somos como este coro, respirando y cantando nuestras notas de amor.

No estamos solos. Somos muchos los cristianos que amamos, y amamos profundamente. Quienes honran la dignidad de todo ser humano. Que estemos presentes en este mundo. Que nos fijemos, como el salmista, nuestra mirada en Dios. Y no nos tapamos los oídos. Que seamos las manos y los pies de Cristo en el mundo, y recordemos que el Amor tiene que dejar de susurrar. Amén.

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