Navidad 1 + Una luz brilla en la oscuridad + MCL + 12.29.24
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Isaías 61:10–62:3; Salmo 147; Gálatas 3:23–25; 4:4–7; San Juan 1:1–18)
¡Feliz Navidad! ¿Tal vez piensen
que estoy un poco atrasada? ¿No lo es, porque sabemos que la Navidad sigue
hasta … cuando? (Reyes) Así es! ¡Así que, Feliz Navidad!
Porque de niña me encantaba la
Navidad. En Nochebuena siempre fuimos a la iglesia y cantamos todos los himnos.
Recuerdo sentir perdida en un bosque de adultos y yo cantando, sosteniendo el
himnario medio pesado, repitiendo la “Glo-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-oria” con los
demás. Me sentí tan orgullosa cuando alguien me felicitó
en mi cantar. Y luego, aunque nos solíamos dormir en cuartos separados, mi
hermano y yo siempre pasábamos la noche en el mismo cuarto, y al amanecer
“Santa” nos había dejado las medias navideñas en la parte detrás de nuestras
camas, como de magia. Y nos levantamos y así empezó un día divertido de amor y
regalos y buena comida también.
En esa época, yo tenía un
libro que me encantaba con el titulo “Cada Dia es Navidad” o algo así. Y me
encantaba pensar que cada día pudiera ser una pequeña Navidad si tratemos a los
demás con amor y respeto todos los días. El tema del libro fue que la Navidad
no es especial solo por poder compartir los regalos, pero es especial porque es
un momento en que nos mostremos actos de amor y caridad el uno con el otro. Y
el libro me recordó que, si creemos que esto es el Espíritu de Navidad, de
compartir amor y actos de caridad con los demás, es algo que podamos vivir
todos los días. Como seguidores de Jesucristo. Somos de este mundo, pero no lo
somos. Pertenecemos a Dios. Así que, aun si el mundo parece un lugar triste y
oscuro, nosotros podemos recordar la luz y la paz que hay en Jesucristo. Y esto
es celebrar la Navidad.
Hoy celebramos el primer domingo después de la Navidad, y escuchamos de la
lectura de Juan 1, que describe como Jesús, el Verbo encarnado, vino al mundo
para salvarnos y para hacernos hijos e hijas de Dios.
También hoy es un día de mucha
emoción -triste y feliz para nuestra congregación. Hoy sepultamos a Dona Elisa
Arauz, una feligresa muy bien amada en nuestra comunidad y en su familia. Doy
las gracias a su familia y a la comunidad por honrarla este día y en el rosario
de la semana que viene. Estamos tristes, pero también es un gran honor poder
guardar sus restos terrenales aquí en la iglesia, aun mientras que continuemos
de encomendar a su alma eterna a Dios. Sabemos que ella esta en su presencia,
disfrutando de la mejor fiesta navideña que podemos imaginar. Y deseamos sentir
una conexión con ella hasta que nos veremos de nuevo.
En el evangelio de Juan dice:
“Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.” Y
es la verdad. Aun en este mundo oscuro no hay nada que pueda extinguir la luz
de Cristo. Que nos puede separar de su amor. Elisa sabia esto bien. Aunque ella
pasaba por unos momentos muy difíciles- se puede decir lo peor que pueda pasar
a un padre o una madre- la perdida de su amada hija Haydee- ella no perdió la
esperanza. Ella brillaba su luz y continuaba de asistir a la misa. A pesar de
una espalda y unas piernas que le dificultaban mucho, y a pesar de tener
problemas en respiración. Ella seguía adelante con tantas fuerzas internas y tanto
amor para Dios, para su familia y nuestra comunidad, que realmente nos dio
nuevas fuerzas a nosotros también verla aquí.
Porque ella sabía. Que la
Navidad puede ser todos los días. De la manera en que Jesús nos trae nueva
vida, y podemos aceptar a el en nuestros corazones cada día. En asistir a la
misa, mantener en conexión con familia y la comunidad cristiana, mantenemos
esto muy presente. No evita que experimentemos malas cosas, pero nos ayuda a
sobrevivirlas y aun de brillar nuestra luz en las tinieblas.
Cuando recordemos que Jesús está
aquí para salvar a cada uno de nosotros. Cuando lo invitamos ser una parte de
nuestra vida, cada día. Cuando compartimos amor con los demás.
En pocos días preparamos para
el año nuevo secular, pero es una oportunidad. De invitar a
Jesús y la vida nueva que el nos de a ser parte de nuestras vidas de nuevo este
año,
cada día. Así que, mientras que empiecen a hacer sus resoluciones, ¿piensen
“Que haría Elisa?” Como persona de fe, ella duro casi 99 años
a lo menos en parte debido a su fe y la fuerza de su personalidad, y tal vez
unos genes muy buenos. Su ejemplo nos hace recordar que significa realmente
creer en Jesucristo y tener una relación con su madre que es también un gran
ejemplo de fe para nosotros.
Así que, mientras que empiecen
este año nuevo, piensen en lo que les dará la vida. Hagan
resoluciones no solo de cuidar mejor a sus cuerpos o sus cuentas bancarios o
aun a sus familias, pero también hagan resoluciones para cuidar de sus almas.
De asistir a la misa. De juntar a la comunidad cristiana. De compartir el amor
el uno con el otro en actos de servicio cristiano.
Así sentiremos que cada día es una pequeña Navidad.
¡Feliz Navidad!
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