Propio 17 (B) + Levántate, amor mio + 9.2.18
(tapatalk.com) |
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Cantares 2:8–13; Salmo 45:1–2, 7–10 LOC; Santiago
1:17–27; San Marcos
7:1–8, 14–15, 21–23)
Algunos de
Ustedes saben que nuestro hermano en Cristo Epimenio Sandoval murió este lunes
pasado. Como su familia no está cerca, pidieron no tener una misa de funeral,
pero queríamos dar a Ustedes una oportunidad de encomendarlo a Dios y por esto esté
sermón va a estar un poco diferente.
Mi amado me
dijo:
«Levántate,
amor mío;
anda,
cariño, vamos.” (Cantares 2:10 DHH)
Dios ya ha dicho esto a
nuestro hermano Epimenio, y él se ha ido a estar con Dios, donde no hay
invierno, ni un sol demasiado caliente, pero donde estamos tranquilos y podemos
descansar y estar llenos de gozo a la vez.
Muchas veces escuchamos un
pasaje del Cantar de los Cantares en una boda, y solamente una vez cada tres años
en la misa dominical. Pero nos hace recordar de amor. Del amor que Dios tiene
para cada uno de nosotros y del amor que tenemos uno para el otro, si es amor
de familia, amor de amistad, o la pasión de un amor romántico.
Pero en el comienzo de algo o
en lo que parece una terminación, allí este Dios, invitándonos,
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
Levántate para empezar la vida
y para gozar de nuestro amor uno con el otro. Luego nos levantaremos al fin
para unir al amor más profundo de todas nuestras vidas, el amor de Dios.
Don Epimenio escucho la
llamada de Dios y se fue.
Estoy triste de decir que
aunque asistía aquí por algunos años, no conocí muy bien a Don Epimenio. Yo sé
que Don Tony y otros saben más de él. Siempre lo saludaba yo, pero por su
dificultad de escuchar y posiblemente por mi falla, nunca tuvimos una plática
muy profunda. Otros de Ustedes pueden hablar de lo que el significaba para
Ustedes.
Pero lo que si se es que Don Epimenio me mostro que es tener la verdadera religión. El asistía la misa en cuanto pudo, a lo menos en el tiempo que lo conocí, hasta que tenía ochenta y siete años.
Pero lo que si se es que Don Epimenio me mostro que es tener la verdadera religión. El asistía la misa en cuanto pudo, a lo menos en el tiempo que lo conocí, hasta que tenía ochenta y siete años.
Escuchamos de la epístola de
Santiago hoy: “Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de
arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él
no hay variaciones ni oscurecimientos” (Santiago 1:17 DHH). Dios es siempre lo
mismo. Nosotros tratamos de estar fieles, como lo hizo Epimenio, y confiamos en
la fidelidad de Dios. Dios, que hizo los astros del cielo, ya lo tiene a
nuestro hermano en sus brazos amorosos.
No platicamos mucho, así que
yo no sé si Epimenio siguió el consejo de Santiago: “Recuerden esto, queridos
hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser
lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19 DHH). Pero me parece buen
consejo. Si tenemos algo en nuestras vidas y queremos decir algo, es mejor
escuchar y amar antes que hablar.
Siempre nos decía esto cuando
yo estaba entrenando para trabajar el retiro Kairos en español en el Centro Correccional
en California del Norte. Nuestro lema fue: “Escuchar, escuchar, amar, amar.” Siempre
decimos esto antes que ofrecer cualquier consejo. Como dije, no sé si Don Epimenio
hizo esto, pero siempre me pareció mejor en escuchar que en hablar.
¿Cómo vivimos fieles? Creo que
esto es la cuestión de las lecturas de hoy. “Pero no basta con oír el mensaje;
hay que ponerlo en práctica” (Santiago 1:22a DHH). ¿Cómo lo ponemos en práctica?
A veces una manera es hablar de un querido hermano o hermana en la congregación
que ha escuchado y respondido al llamado de Dios. ¿Qué es lo que hizo Epimenio que
nos hizo pensar en poner nuestra fe en práctica? ¿Cómo es que él nos mostró la
verdadera religión? Yo los invito a Ustedes a pensarlo y luego venir para
compartir si gustan, empezando con nuestro hermano Don Tony Piña.
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