Lent 1 C + De quien eres? + 3.6.22

 


M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Deuteronomio 26:1-11; Romanos 10:8b-13; Salmo 91:1-2, -16; San Lucas 4:1-13)

“Recuerda quién eres y de quien eres.” Este es el tema que yo percibo en las lecturas de esta semana mientras que empezamos nuestra jornada por la estación de Cuaresma.

En Deuteronomio escuchamos: “El sacerdote tomará la cesta que tú le entregues, y la pondrá ante el altar del Señor tu Dios; entonces pronunciarás ante el Señor tu Dios la siguiente declaración:» “Mis antepasados fueron un pequeño grupo de arameos errantes, que emigraron a Egipto y se quedaron a vivir allí, convirtiéndose después en una nación grande, poderosa y numerosa.” Esto es escrito para recordar a los judíos de su pasado y para reconectar con quienes son. También forma parte de nuestra herencia espiritual como judeo-cristianos.

Y en el evangelio de San Lucas hoy vemos a Jesús reconectando con sus raíces también. Él va al desierto, justo como hicieron los Israelitas, para conectar con Dios. Pero como a mendo pasa cuando queremos tener una relación mejor con Dios, él enfrenta obstáculos espirituales.

En muchas culturas indígenas, los jóvenes adultos van en “Vision Quests” o búsquedas espirituales. Son parte de la transición a ser un adulto y en este proceso un joven adulto a veces va solo a un lugar como un desierto u otro lugar natural para sobrevivir solo por un tiempo y aprender sobre si mismo. A veces un encuentro con un animal que parece ayudarle es hace que lo nombran como su animal espiritual. Eventualmente esta lección de resistencia en contra de los poderes de la naturaleza le ayuda a este joven adulto a no solo aprender de sí mismo, pero también sentir una conexión renovada con su tribu.

Obispo Steven Charleston, quien es un obispo Episcopal y un miembro de la Nación Choctaw, ha escrito un libro sobre las cuatro búsquedas espirituales de Jesús, que se llama The Four Vision Quests of Jesus. Dice que la primera búsqueda espiritual de Jesús es durante su bautismo que le mueve al desierto, y luego va a la montaña, el jardín y la cruz. En el desierto, Jesus reconecta con la tierra a través de piedras que representan la creación de Dios, con el cielo y renueva su relación con toda la creación.

Primero, Charleston describe como a través de las piedras Jesús conecta con la tierra. Describe como en la tradición Choctaw, las piedras representan nuestras familiares espirituales más ancianos porque toda la creación viene de Dios. Charleston dice:
El presta atención a las piedras que están alrededor de el en el desierto. Y en su hambre, el imagina que las piedras sean pan en el suelo del desierto. ¿Qué le quiere ensenar estas piedras? ¿Son nutrición física para él solamente, o son alimento espiritual de una forma distinta? (Charleston, Four Vision Quests, mi traducción)

Jesús no se va a atrapar en la prueba de ver las piedras como alimento solo para él, pero recuerda en esta visión que tiene que dar comida espiritual a los demás.

En el segundo momento de su búsqueda espiritual, Jesús tiene un encuentro con el cielo. Es una oportunidad de corregir su relación con el cielo.

Como Robert Shore-Goss lo describe, leyendo Charleston:

El diablo le pidió que se lanzara si mismo del borde para que Dios le salvara a través de los ángeles, quienes le previniera de caer y aplastarse en la tierra. Para Charleston, hay un alineamiento de la Tierra Madre, la tribu humano y Dios. ... Jesús escogió un alineamiento balanceado y esta reflejado en su oración “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.” La tierra refleja a los cielos. [1]

Ahora Jesús encuentra su tercer desafío. Se trata de estar en buena relación con toda la creación. El tentador quiere “darle” todas las naciones del mundo, pero no le puede dar lo que es de Dios. Lo que es suyo. Este es el último paso en definirse como un líder antes de guiar a los demás.

Como dice Charleston,

No debemos insultar a Dios en pensar que podemos usar la creación por nuestros propios usos, mucho menos para nuestro beneficio económico. No somos los jefes de todo lo que vemos. No podemos consumir el universo, ni ponerlo en el estomago de nuestro avaricio. No necesitamos más. La ética implícita en una cultura que entiende a la familia como un matriz grande de parentesco es una ética de compartir. La visión del cielo muestra a Jesús el valor fundamental a la vida nativa: es vivir en un espíritu de mayordomía. A los seres humanos estamos confiados todo lo que vemos. Somos responsables para [la creación]. Debemos estar asombrados por ella. Y nos debemos deleitar en la creación.[2]

Cuando miramos la búsqueda espiritual de Jesús aquí, todo esto no sirve solo para estar asombrados por lo que hizo Jesús. Nos invita a recordar quienes somos nosotros como seres humanos y cristianos también. Tenemos que estar en una buena relación con la tierra y con Dios y otros seres humanos también. ¿Cómo podemos usar este tiempo de Cuaresma para tratar mejor a la creación de Dios? Hicimos un pequeño paso esta semana en pedir contenedores de reciclaje y productos orgánicos de la Ciudad de Oxnard. Queremos sanar un poco a nuestro planeta en poner menos en la basura. Cuando recibimos estos contenedores, vamos a proveer dos otros contenedores en el salón parroquial para dividir comida o productos orgánicos de reciclaje y otra basura. Y vamos a necesitar su ayuda en no poner tanto en la basura y en tratar de reciclar todo lo que es reciclable y botar toda la comida o plantas en sus contenedores especiales.

Las otras escrituras de hoy nos continúan de llamar a nuestra identidad espiritual. En Romanos, recordamos “«La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta palabra es el mensaje de fe que predicamos. Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación.” En esto recordamos que somos hijos e hijas de Dios.
Salmo 91 nos recuerda que somos salvos porque estamos en las manos de Dios.  “Por cuanto ha hecho pacto de amor conmigo, yo lo libraré; * lo protegeré, por cuanto ha conocido mi Nombre” dice el salmista de Dios.

Cuando recordamos quienes somos, actuamos de acuerdo.

Como en el momento que Jesús tuvo con las piedras, que recordamos no usar nuestro poder para nuestro propio beneficio, e impedir a los que quieren usar su poder así.

Como en el momento que Jesús tuvo con el cielo, que recordemos no desafiar a Dios, pero confiar en Dios.

Y como en el momento en que Jesús reconectaba con toda la creación, que recordemos que como mayordomos de la tierra debemos tratarla bien y no explotarla. Esto es para tener un alineamiento bueno entre Dios, la tierra y otros seres humanos.

Y mientras transcurrimos esta jornada de Cuaresma, que caminamos livianos en la tierra, recordando quienes somos y de quien somos. Y que actuemos de acuerdo.

Amen.



[2] Steven Charleston, The Four Vision Quests of Jesus, Church Publishing, 2015.

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