Ramos/ Pasión 2021 + (San Marcos 11:1–11) + 3.28.21
M Campbell-Langdell
All Santos Oxnard
Hoy vemos a Jesús montado en
un burro. El entra triunfalmente en Jerusalén a Hosannas. Hosannas levantados a
los cielos. Alabanza de nuestro Señor.
La gente estaba desesperada. Y
aquí viene un Salvador. Desesperada como algunos de nosotros después de un año
de pandemia. Aun mientras anticipamos como esperanza el fin de esto, estamos ya
hartos de todo esto. Y ¿que vemos, pero más violencia?
Y ¿Qué vio Jesús, pero más
violencia? Los gritos de la muchedumbre muy pronto convertirán en gritos de “¡Crucifícalo!”
Porque es importante recordar
que Hosanna no es solamente una palabra de alabanza, es también un pedido para
ayuda. Como dice Steve Garnaas-Holmes, un pastor metodista jubilado y escritor
sobre la creación, dice:
Hosanna no significa “¡Hurra!”
Significa “¡Sálvanos!”
No es un grito triunfal,
Es una súplica desesperada.
Por supuesto, dirigido a un líder quien nos puede
proteger,
Se convierte en una afirmación.
Nuestros hosannas significan victoria
Solo porque Jesús nos ha salvado
En nuestra debilidad y desesperación.
No es un tiempo para pavonearse
Pero es un tiempo para arrodillarse,
Para mostrar nuestra tierna necesidad
En suplicas honestas
Que todavía requerimos salvación
Y en asombro y gratitud
Por la gracia que continuamente nos está dado.
Posiblemente “Hosanna” es más como
“¡Wow! Gracias. Esto necesitábamos.”
En esteroides.[1]
Estas palabras son tan
verdaderas. En su desesperación, la gente busca a Jesús. Un pueblo de quien demasiado
es exigido, sin representación en el imperio de extranjeros aunque en su tierra
natal. Pero sabemos que la desesperación puede ir de ambas direcciones. A
gratitud y a violencia. Y en el miedo podemos tomar las libertades que nos han
sido dados y convertirlos en instrumentos del odio. Como hizo la gente que mandó a
Jesús a su muerte. La posibilidad que él era el Mesías fue muy lejana y
miedosa. Más probable que él fue un corrupto de que se necesitaba hacer un
ejemplo.
Pero la cosa asombrosa de todo
esto es que Dios aun usaba todo esto para salvarnos. Aun cuando hicimos lo
peor, Jesús estaba a su mejor. Dios estaba a su mejor. Él nos salvó.
Dios en su trinidad nos salvó. En su muerte de Jesús pero más aún en como el trajo
vida a todos nosotros, la vida eterna.
En el evangelio de San Mateo vemos a Jesús después de
la última cena y ahora en el jardín de Getsemaní. Allí dice estas palabras que
me parten el corazón: “Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo;
pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mateo 26:39). En
dar de sí mismo, en compartir su propia vida, el llena la copa de salvación
para nosotros.
¿Cómo podemos agradecer a Jesús y seguirlo? Pienso que
podemos arrodillarnos y pedir su ayuda. Ayuda para resolver el problema de la
violencia de las armas. Como alcanzar a los que tienen problemas mentales pero
también como evitar que las personas con problemas grandes no puedan comprar
armas. Aun mientras hablamos sobre el derecho de tener armas y que significa
este derecho ahora. Si son güeros como yo, podemos alcanzar a nuestros hermanos
y hermanas de color que están sintiendo el odio y decir que estamos aquí para
ellos. Pero si son hermanos o hermanas de color, pueden pedir lo que necesitan
de sus hermanos y hermanas euro-americanas. Tenemos que alcanzar a Jesús para
sabiduría. Porque él conoce sobre las barreras que parecen imposibles. Él fue
del infierno a la vida de nuevo y nos guiará por nuestro tiempo de dolor hacia
una vida abundante. No solo en el mundo que viene pero aquí y ahora, si el
seguiremos. Amen.
[1] As
re-posted by Anne Dryden McKeever on Facebook on 3/23/21. From
unfoldinglight.net. Μi
traducción.
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