Propio 12 C + Primero, amar + 7.24.22
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Oseas 1:2–10; Salmo 85; Colosenses 2:6–15, (16–19); San Lucas 11:1–13)
Leí una carta esta semana que
un feligrés me mandó que regañaba a los evangélicos blancos. Un
pastor de Carolina del Norte dijo que los evangélicos euro-americanos han
perdido su fe cristiana y lo han intercambiado por una fe basada en la raza y
la patria. Mientras que yo leí la carta, me dije, si esas personas realmente
han hecho un desastre de todo para nosotros. Por ellos, la palabra “cristiana”
ha bajado en estima en varios círculos, y hasta la gente tema que los
cristianos están sacando sus derechos. Dicen que los evangélicos blancos están
quitando los derechos de las mujeres, de la gente gay, y continúan de hacer el
mundo peor para los inmigrantes y la gente de color.
Pero esto es cuando me di
cuenta de algo. Sabe que el diablo quiere hacer su trabajo cuando empieza a
decir – otras personas hacen esto… Porque yo soy una cristiana blanca. No me
puedo separar tan fácilmente de mis hermanos y hermanas de fe. Aunque mi manera
de interpretar mi fe es diferente a la suya, tengo que tener cuidado con mis
juicios. Hoy día celebramos la gran comunión de Denise y sabemos que ella esta
recibiendo su santa comunión con más entendimiento de los sacramentos,
de la iglesia y las oraciones. ¡Y celebramos esto! ¿Como podemos compartir con
ella las partes de nuestra fe que celebramos?
En la lectura del evangelio de
esta semana, Jesús enseña a sus discípulos a orar y aquí recibimos la joya que
es el Padrenuestro. Posiblemente la única oración que todos los cristianos
conocen. He visitado a personas enfermas y agonizantes que ya no pueden
conversar conmigo, quienes, una vez que empiezo a recitar el Padrenuestro, ¡se
unen conmigo en recitarlo! Esta oración es el tejido de nuestra creencia. Que
Dios es santo. Que la voluntad de Dios se haga aquí como en el cielo. Que Dios
nos sustente con el alimento que necesitamos para el día. Que Dios nos perdone,
así como prometemos perdonar a los demás. Que Dios nos proteja de la tentación.
El propósito de Jesús al enseñar
esa oración era para que los discípulos pudieran ser mejores representantes de
Dios en el mundo. Y, sin embargo, ¿cómo están ahora los representantes de
Jesús? Es fácil culpar a los demás. Pero a menudo, cuando algo está sucediendo
en la sociedad, tenemos parte en ello. Es personal.
Lo que también es muy personal
es la lectura de Oseas hoy. Aquí, es útil recordar que estamos apenas al
comienzo de la historia. Oseas es un profeta y, como tal, esta escritura está
escrita como un texto profético, una metáfora de la relación de Dios con
Israel. Y, sin embargo, ¿cómo llega Oseas a proclamar esto, sino casándose con
una mujer que es identificada como prostituta, y llamando a los hijos que
tienen juntos “Dios siembra” o Jezreel, y Lo-ruhama, o “No compadecido” a
recordar el castigo y el juicio de Dios. Así que la declaración general se
convirtió en algo muy, muy personal. Tómate un momento para
sentir, si quieres, algo de lástima por Gomer, Jezreel y Lo-ruhamah. Eso apesta. It stinks that Gomer is
called those names and that the kids are named things that do not show their
parents’ love. Incluso si sabes que es una metáfora, eso no
puede sentirse bien. Tal vez ese es el punto.
Porque lo que sucede después,
pero Dios y Oseas reclaman a su familia- “Y en vez de decirles:
«Ustedes ya no son mi pueblo», Dios les dirá: «Ustedes son hijos del Dios viviente.»
(Oseas 1:10b)” y luego- “Entonces dirán ustedes a sus hermanos: «Pueblo de
Dios», y a sus hermanas: «Compadecidas»” (Oseas 2:1). Incluso antes de que el
pueblo se haya arrepentido por completo, Dios los ha reclamado de vuelta. Y
Oseas y los nombres de los hijos de Gomer ahora están reclamados y bendecidos.
¿Cuánto más nosotros somos
clamados y bendecidos en Cristo? Los que somos seguidores de Jesús sabemos que
el mundo ha visto lo peor de nosotros últimamente. Somos demasiado rápidos para
juzgar a los demás basándonos en nuestras Escrituras en lugar de tratar de
entender por qué toman las decisiones que toman. ¿Qué persona realmente quiere
usar el aborto como método anticonceptivo? ¿No podemos ver que el mundo está
roto? ¿Y que, en lugar de juzgar primero, debemos, como nos mostró Jesús, amar
primero? We should love
first, not judge first. Porque esta manera no está funcionando.
Tengan cuidado: no se dejen
llevar por quienes los quieren engañar con teorías y argumentos falsos, como
nos dice la carta a los Colosenses. Hemos escuchado argumentos que dicen que
Dios quiere que nosotros legislamos la vida de los demás. Que nos hemos sido
hechos árbitros y jueces de las vidas de los demás. Pero la verdad es que este
país se fundó sobre la libertad religiosa porque ciertos cristianos
persiguieron a otros cristianos y a los de otros sistemas de creencias.
Hemos confundido el juicio de
Dios con el nuestro. Dios nos juzgará si mueren personas como resultado de
nuestras políticas, o si la crisis climática continúa causando caos en vidas y
ecosistemas. Pero nuestras leyes deben estar separadas de las creencias
religiosas. Nuestra ética debe ser sobre lo que es para el bien común de los
que ya están aquí en esta tierra, no sobre hipotéticas personas por venir. A Dios
le importan todos, incluso los que son por venir. ¡God cares about all of us!
Dios sabe las cosas buenas para darnos, como afirma Jesús en el pasaje que
leemos hoy.
Pero Dios no nos necesita para
legislar la moralidad religiosa; eso sería el equivalente moderno de arrojar
piedras a la mujer encontrada en adulterio. ¿Por qué? Porque Jesús buscó a los últimos,
a los más vulnerables, para llevarlos al reino y acogerlos. Como tal, si hay
personas que son vulnerables en la sociedad, como el inmigrante, la persona
queer, la persona de color y la mujer, nosotros, como cristianos, primero
debemos esforzarnos por alcanzarlos y entenderlos. Primero debemos esforzarnos
por hacerles la vida mejor. Luego, cuando hayamos ayudado, si vemos que suceden
decisiones que pueden lastimar a otros, debemos proteger a los demás que
podrían ser vulnerables. Sospecho que cuando abordamos las necesidades de
aquellos que son vulnerables, cuando los apoyamos y protegemos, muchos menos
tomarán decisiones que no parezcan cristianas.
¿Hay siempre quienes
transgreden y lastiman a otros? Sí. Pero, ¿necesitamos todos estar siempre
conscientes de nuestros propios pecados? Sí, de nuevo. Cada uno de nosotros
debe arrepentirse de su propio papel en los patrones destructivos que nos
rodean. Con el arrepentimiento viene la sanidad.
¡Y con la sanación, somos
renombrados y reclamados nuevamente! Dios dice a todos nosotros “tu eres mi
hijo o hija amado” y “tengo misericordia de ti” como dijo a los hijos de Oseas y
a Israel. Dios conoce nuestras verdaderas identidades amadas, no solo como
cristianos en general, sino en el centro de nuestro ser. Dios se deleita en
cada uno de nosotros como si fuera un hijo único y amado. Dios nunca nos
rechazará. Amémonos unos a otros en este amor y oremos para reflejar el amor de
Dios en el mundo. Amen.
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