Pascua 7 B + el amor de una madre Dios + 5.12.24
M. Campbell-Langdell
All Santos, Oxnard
(Hechos 1:15–17, 21–26; Salmo 1; 1 San Juan 5:9–13; San Juan 17:6–19)
El miércoles celebramos la
fiesta de Santa Juliana de Norwich en la Eucaristía de clausura de nuestra
conferencia del clero en Riverside y, reflexionando sobre la amorosa imagen de
Dios de Juliana, el obispo John Taylor nos describió como un “pueblo que por
gracia sabe que toda la creación está hecha en amor, salvado en el amor y
bañado en el amor”.[1] In his sermon at our clergy
conference, Bishop John Taylor said that we are a people who know that all
creation is made in love, saved in love and bathed in love.
El amor. Todo se trata del
amor. Estoy sensible al hecho de que, aunque la celebración del día de la Madre
es una celebración del amor, muchos no sienten el amor en este día, por varias
razones. Tal vez uno no pudo ser una madre, o tuvo una madre difícil, o perdió
a su madre o hijo o hija. Puedo relacionar a este sentido ambiguo. Pero me
gustaría hablar sobre un sentido del arquetipo del amor de madre, que proviene
de Dios.
Santa Juliana de Norwich vio a
Jesús como un tipo de madre, uno que nos nutre con si mismo. Y seguramente esto
es la santa comunión, es una comida espiritual que nos nutre de su propio
cuerpo.
La palabra “Madre” también
lleva a la mente la imagen de una sacerdote mujer. Esta semana vi la película
“The Philadelphia Eleven”[2]
que se trata de la ordenación de once mujeres en la Iglesia Episcopal en Julio
de 1974. Aunque ellas todas fueron blancas, tal vez como resultado de quien
podrá participar en el proceso de ordenación en ese momento en la Iglesia
Episcopal, fueron ordenadas al sacerdocio en una iglesia que esta
históricamente afro-americana. Esta película parece un cuento de mártires.
Aunque ninguna fue matada, todas recibieron amenazas de muerte y una fue tan
traumatizada que salió de la iglesia. Algunas fueron madres biológicas cuando
estaban ordenadas y otras no lo fueron, pero todas quisieron compartir el amor
maternal con la iglesia. Quisieron ayudar a la iglesia a encontrar un nuevo
día. They wanted to love
the church as a mother does.
Un sacerdote se paró el
miércoles por la mañana para compartir su historia con la conferencia. También
fue ordenado sacerdote en 1974 y le enseñaron que había una manera correcta de
hacer todo. La forma correcta y única de dirigir la liturgia, de sostener el
cáliz, etc. Se exigía perfección. ¡Y luego vinieron estas mujeres y lo
arruinaron todo! No quiero decir que muchas mujeres clérigos no sean excelentes
liturgistas, pero tendemos a ser un poco menos estrictas y un poco más
relacionales en nuestro liderazgo. Este atributo no siempre está incluido en un
determinado paquete de género, y quiero reconocer que estoy adoptando un modelo
cisgénero que tal vez deba ampliarse un poco para abarcar también la maternidad
en todas las expresiones de género. I want to acknowledge that one does not need to have a female
body to be maternal.
Pero no hace falta decir que
uno de los beneficios de ampliar a quiénes ordenamos y consagramos como obispos
ha sido una ampliación. Una aceptación no sólo del liderazgo paterno y materno
en la iglesia, sino también de una conexión con lo divino de una manera nueva.
¿Cómo nos conectamos con los aspectos maternos de Dios: Jesús como una gallina
que reúne a sus polluelos? ¿Cómo sentimos el abrazo de la madre que no nos de
la chancla, que sólo nos ama y acoge?
Porque los humanos somos
imperfectos, y cuanto más abrazamos la imperfección como un regalo, más
buscamos la única perfección que podemos encontrar en Dios. El amor de Dios,
incluso cuando tratamos de expresar imperfectamente este amor unos a otros.
Jesús, al orar hoy por sus discípulos, desea infundir a sus seguidores el amor
y la paz. Quiere protegerlos de un mundo que, todavía atormentado por el
pecado, será a veces hostil y extraño, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Estamos en el mundo, amamos al mundo porque Dios amó al mundo, pero también
estamos un poco fuera del mundo, en el sentido de que, en última instancia,
nada de lo que realmente valoramos se puede encontrar aquí en este mundo.
Cuando recordamos que nuestro
tesoro está con nuestra Madre Celestial, en el abrazo de la más bondadosa,
sabemos instintivamente que nada de lo que podamos hacer puede realmente
separarnos del amor de Dios. Somos como árboles plantados junto a corrientes de
aguas. Nuestras ramas pueden intentar vagar, pero cuando conectamos con
nuestras raíces, sabemos quiénes y de quién somos. Sentimos el agua del amor
brotar hasta nuestras raíces, llenándonos de arriba a abajo. The love of God gushes through us
like well planted trees near streams of living water.
Pero hay una realidad.
Seguimos fallando; como humanos fallamos una y otra vez. En la lectura de
Hechos de hoy, se nos recuerda que Judas cometió un error grave. Por lo tanto,
necesitaban reemplazarlo, para completar los doce. Los doce que representan una
renovación de las promesas de Dios a las doce tribus de Israel. Algunos dirán
con razón que Judas también cumplió las Escrituras y pudo haber tenido un papel
en la gloria de Jesús. Pero algunos han dicho que su fracaso no fue sólo
traicionar a Jesús. Fue en no confiar en que Dios lo juzgaría con bondad y por
lo tanto en tomar el juicio sobre sí mismo. Esto no es para condenar los
suicidios; realmente creo que Dios es mucho más amable y amoroso que nosotros,
y si podemos perdonar a nuestros seres queridos que deciden terminar con sus
vidas, aunque sea por un minuto, Dios puede correr hacia ellos y reunirlos en
Los amorosos brazos maternos de Dios. I truly believe God rushes to be with any who has taken their
own life. At the same time, we must strive like Peter to allow God to judge us,
not to rush to self-judgment.
Pero, volviendo a Judas,
yuxtapongámoslo a Pedro. Pedro lo niega. No traiciona a Jesús, pero casi lo
hace. Entonces, ¿qué los distingue? En parte porque se queda. Debe haber estado
atormentado por la culpa y aterrorizado cuando vio a Jesús nuevamente. Voy a
recibir un castigo ahora; debe haber pensado. ¡Jesús con su chancla viene! Y en
cambio, Pedro encuentra el amor, el perdón y una invitación a liderar
nuevamente, siempre y cuando esté dispuesto a amar y cuidar a las queridas
ovejas de Jesús. Confió en Dios para darle el testimonio y obtuvo la vida
eterna. If we trust in
God, usually God is much better to us than we could ask for or imagine.
Aun así, somos humanos y eso
significa que ninguno de nosotros pasará por esta vida sin equivocarse. ¿Lo
haremos tan espectacularmente como Judas o Pedro? No lo sé. Pero es posible que
todavía sintamos que nos hemos alejado de Dios. Entonces, debemos estar
dispuestos a acercarnos a Dios y decirle: "Me equivoqué".
Uno de los comentaristas que
escuché esta semana dijo algo bueno. Joy J Moore dijo que, aunque sabemos que
Dios nos dará la bienvenida nuevamente, también debemos ser comunidades que
modelen la gracia de Dios, aunque sea a nuestra manera humana e imperfecta.
Dijo que tenemos que dejar que la gente se acerque a nosotros y nos diga:
"Me equivoqué" y poder responder: "Yo también me equivoqué, vuélvete
a casa".[3]
Vuélvete a casa. Come home. ¿No
es esto el llamado de nuestra Madre Dios a nosotros? ¿Cómo podemos dejarnos a
nosotros mismos regresar a Dios y llamar a los otros a regresar a casa con
Dios? Estamos llamados a casa para recibir la gracia. No para hacer o decir
cualquiera cosa, pero para arrepentir y estar renovados. Todos queremos estar restaurados. We
all want to be renewed and restored home.
Esta semana, estaba en el
mercado de granjeros y vi mi amigo Noe, quien es un individuo sin hogar. El me
pidió un par de dólares mas para comprar un elote y sucedió que yo tenia
exactamente lo que necesitaba y el me abrazó.
Y en ese momento sentí- esto es el reino. El mundo nos quiere hacer diferentes,
pero en el reino de Dios todos nos amamos como los hijos e hijas de Dios.
Estamos libres y amados en Dios.
En una escena en “The
Philadelphia Eleven,” las sacerdotes mujeres están en fila en el altar y dicen
que van a comulgar después de todos para mostrar que los lideres deben ser los
servidores de todos. También piden al grupo comulgarse el uno al otro porque así
nos tenemos que nutrir el uno al otro en el reino de Dios. In the movie about the first
Episcopal women priests, they model a different kind of leadership and care for
each other. Y así debemos ser. Y no vamos a ser perfectos. Vamos a
fallar. Pero Dios es bueno, y continuamente nos da oportunidades para
renovación y para expandirnos más allá de las cajas de la sociedad. Estamos
libres. Estamos amados. Tenemos valor, aunque somos imperfectos. Gracias a
Dios, quien es Madre, Padre y transciende a cualquiera etiqueta terrenal. Amen.
[1]
John Harvey Taylor, from sermon of 8 May 2024, posted on his personal Facebook
page.
[3]
Joy J. Moore, from “Sermon Brainwave” podcast for May 12, 2024: #964:
Seventh Sunday of Easter – May 12, 2024 - Working Preacher from Luther Seminary.
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