Epifanía 7 C + Amor y resistencia + 2.23.25

 


 

M. Campbell-Langdell

All Santos, Oxnard

(Génesis 45:3–11, 15; Salmo 37:1–11, 39–40; 1 Corintios 15:35–38, 42–50; San Lucas 6:27–38)

El viernes pasado, en la despensa, tuvimos una visita interesante. Había un señor en el patio y uno de los líderes de nuestra despensa, Vern, fue a decirle que era su turno en la fila, pero el tipo no estaba allí para la despensa o de alguna manera se enojó, y lo que siguió fue que golpeó a Vern en la espalda con una camiseta y luego lo insultó cuando dijo que tenía que irse. Me uní a Vern para convencer al hombre de que saliera de la puerta, al igual que Ana, pero lamentablemente estaba bastante enojado. En un momento trató de patear a Vern y tuvimos que llamar a la policía, que definitivamente es nuestro último recurso. Pero también le dijimos: "¡Eres mejor que esto!" “You’re better than this!” We told the guy.

Después de la visita de la policía (quienes llegaron después de su salida), me di cuenta de que quisiera yo decir lo mismo a algunos lideres de nuestro país en este momento: “¡Eres mejor que esto!”

A la vez, me tenia que preguntar si me sentí demasiada cómoda en mi supuesta rectitud. El pareció completamente drogado y yo sé que empecé a juzgarlo un poco. Pero yo no se si historia. Me pregunté si pudiera esperar lo mejor de los demás sin la presunción.

Por ejemplo, Pastora Alene y yo nos gusta bendecir a las personas cuando se nos cortan el paso en el tráfico. En vez de levantar un dedo, los bendecimos. En el peor de los casos, muestra un poco de juicio de los demás, pero cuando estoy actuando de mi ser mejor realmente estoy orando por la persona, especialmente que Dios los cuide a ellos y a los demás en su camino.

Creo que es importante recordar que todos somos pecadores. Cuando Jesús dice aquí en San Lucas que “Hasta los pecadores se portan así” cuando mostramos amor a los que nos aman. Y es verdad. Todos somos pecadores y dispuestos a amar mas a los que nos aman. Cuando recordamos esto, estamos mas humildes con los demás. Hay un índice de la dignidad que dice que cuando operamos del mejor punto de vista en términos de hablar a través de diferencias, decimos: “Yo veo a mi misma en cada ser humano, así que no voy a odiar a nadie, y ofrezco la dignidad a todo el mundo.”[1]

Esta historia que leemos hoy del libro del Génesis siempre me conmueve. Porque recordarán que José es básicamente desechado por sus hermanos por ser diferente y porque su padre parece amarlo de una manera especial. Entonces, cuando José ve a sus hermanos nuevamente, ha pasado por una gran jornada. Y no los perdona automáticamente, pero los hace pasar por una pequeña prueba para demostrar que han crecido personalmente. Pero siempre recuerda su dignidad como seres humanos y finalmente los perdona, y su perdón no solo los afecta a ellos, sino a muchos otros. Leemos que él les dice:

“Yo soy su hermano José, el que ustedes vendieron a Egipto; pero, por favor, no se aflijan ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido, pues Dios me mandó antes que a ustedes para salvar vidas (Genesis 45:4-5).”

Y es la verdad. José ha recibido un mensaje de Dios y también tiene un método revolucionario para almacenar el grano para que la gente de Egipto y de la región no mueran en tiempo de sequía. No solo es su perdón para sus hermanos, pero también estar dispuesto a ser usado por Dios que salva a la gente de la región. Y también ayuda en la salvación del pueblo de Israel, nuestros antepasados espirituales.

Se puede decir que el perdón y la disposición a dejarse usar por Dios para el bien, incluso cuando se ha sido maltratado, salvan vidas. Pero, así como José puso a prueba a sus hermanos, esto siempre va de la mano con la búsqueda de la justicia de Dios. Va de la mano con el amor.

El amor es un tema aquí en San Lucas, pero no es un amor pasivo del tipo corny de una tarjeta del Dia de amor y amistad. Es una acción. Jesús pide algo difícil aquí. Que no solo vivimos o toleramos nuestros enemigos, o los que el mundo quiere poner en nuestro camino como enemigos, pero también que los tratemos con respeto y dignidad. En hacer esto los llamemos a lo que decimos en nuestro pacto bautismal, de “respetar la dignidad de todo ser humano.”

En San Lucas, la resistencia sagrada es una forma del amor. Ofrecer la otra mejilla puede parecer pasivo, pero en realidad fuerza a la persona de o usar el mano que se usa para el baño (algo muy tabú en el tiempo de Jesús y en la cultura del medio este) o usar el otro mano de manera que solo se usa para alguien en su clase social. Es otra manera de decir a alguien quien quiere atacar a uno, “eres mejor que esto.” Decir la verdad y luchar para la justicia- eso también es amor.

Cuando hacemos esto, hay puertas que abren a un mundo mas allá. Abren las puertas de nuestra salvación cuando tratemos el uno al otro mejor y cuando expresamos una expectativa de tratamiento justo. Los que trabajan en lugares de justicia llamen a esto “calling someone in” o en vez de hacer a alguien sentir mal, lo llamamos a ser mejor porque sabemos que son mejor que los acciones que muestran.

Ahora, no todos responden bien a esto. A veces la gente nos reirá en la cara o hasta nos escupirán. Pero los que escuchan y responden pueden experimentar un gran cambio en sus vidas, y en turno ellos nos cambiaran la vida también.

Había una escena en la película recién de Bonhoeffer (“Bonhoeffer,” 2024) que a pesar de los elementos controversiales me pareció muy impactante. Al fin de la película Bonhoeffer, quien fue un pastor luterano quien actuó en contra del gobierno nazi, esta celebrando la santa comunión. Y entra una guardia. Y el lo permita entrar, y en ese momento uno siente que algo muy importante ocurre. Es la salvación de un alma.

Siempre podemos orar por ese tipo de conversión en los demás, sabiendo que no podemos entrar en conversaciones esperando eso, sino sabiendo que parte es obra de Dios, y que lo nuestro es simplemente hacer lo mejor que podamos y alentar lo mejor en los demás. Mientras tanto, recuerden esto en el momento en que el mal parece estar muy extendido en el mundo.

No se impacienten a causa de los malignos. Sigan amando, resistiendo y perdonando según corresponda (y en equilibrio con una apertura a la justicia de Dios). Sean mejores y muestren lo que una amiga esta semana llamó la “gracia dorada” de este pasaje con los demás. Para que todos podamos recordar que “los que invocan al Señor, he aquí heredarán la tierra,” como promete nuestro salmo. Prevaleceremos. Solo tenemos que ser pacientes y proactivos, no permitiendo que ningún malhechor mate nuestra alegría.

Amén.

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